martes, 12 de abril de 2011

LIBROS: CHE GUEVARA. Un marxismo para el siglo XXI. Néstor Kohan

© CHE GUEVARA. Un marxismo para el siglo XXI. Néstor Kohan
Coleccion: Nuevo Socialismo
Caracas - Venezuela, 2009
Depósito Legal: lf5332009320108
ISBN: 978-980-03-0389-4
Página web: www.presidencia.gob.ve
Diseño de Portada ymaquetación: Julio Añón
Correción de textos: Xiomara Rojas y Talía Ruiz.
ÍNDICE
Las nuevas batallas del Che
(Prefacio a la edición venezolana de
Che Guevara, un marxismo para el siglo XXI) ...............................7
¿Por qué el Che hoy?......................................................................15
El ejemplo del Che Guevara,
espejo de varias generaciones........................................................19
El marxismo y la filosofia del Che ................................................27
La crítica del Che a la economía política
(Un comentario a los Apuntes críticos a
la economía política).....................................................................65
La concepción de la revolución en el
Che Guevara y en el guevarismo
(Aproximaciones al debate sobre
el socialismo del siglo XXI) ..........................................................89
El humanismo guevarista y el posmodernismo .........................149
Las tardes de Vargas Llosa Junior
y el Che Guevara .........................................................................183
Che Guevara lector de El Capital
(Diálogo con Orlando Borrego Díaz) .........................................203
El hombre nuevo no es nunca un
ser humano acabado (Diálogo con
Aleida Guevara March) ..............................................................239

Dedico este libro a las nuevas generaciones
de guevaristas de América Latina,
que ni habían nacido cuando asesinaron al Che,
militantes sociales, sindicales,
estudiantiles, campesinos, piqueteros
y combatientes por el socialismo.

Las nuevas batallas del Che
(Prefacio a la edición venezolana de
Che Guevara. Un marxismo para el siglo XXI)
“Le recordamos esto al señor representante de Venezuela porque las
revoluciones no se exportan; las revoluciones actúan y la Revolución
venezolana actuará en su momento, y los que no tengan avión listo —
como ocurrió en Cuba— para huir hacia Miami o hacia otros lugares,
tendrán que afrontar allí lo que el pueblo venezolano decida”
ERNESTO CHE GUEVARA
“Discurso en la XIX Asamblea
General de las Naciones Unidas”
[11 de diciembre de 1964]
Alegría y orgullo. Eso siento al enterarme que estas páginas
sobre el pensamiento del Che se publicarán en la Venezuela
bolivariana.
Después de un cuarto de siglo de bombardeo ideológico neoliberal
y posmoderno, cuando nos quisieron convencer que
el antiguo anhelo de liberación y hermandad era algo “utópico”,
“romántico”, perimido y pasado de moda, el proceso
bolivariano encabezado por el compañero Hugo Chávez nos
recordó que el socialismo sigue siendo nuestra estrella de la
mañana. ¡Chávez mencionó el nombre pecaminoso y la palabra
embrujada: socialismo! Un proyecto prohibido por decreto
y borrado del mapa, en América Latina, con miles de
muertos, tortura, desapariciones y a sangre y fuego.
Si la revolución cubana semantenía firme frente al imperio,
si la insurgencia colombiana continuaba combatiendo contra
las burguesías lúmpenes y el paramilitarismo, si los zapatistas
7
pateaban el tablero en México impugnando el eufórico neoliberalismo,
si el movimiento piquetero argentino y las asambleas
populares demostraban que la “transición a la
democracia” era falsa y tramposa, si los campesinos sin tierra
de Brasil seguían recordando la necesidad de la reforma agraria,
Chávez y la revolución bolivariana de Venezuela sumaron
su voz a ese coro polifónico enriqueciendo esa inmensa acumulación
de resistencias populares.
A partir de las intervenciones del presidente venezolano, el
proyecto socialista vuelve a ocupar el centro de la escena en la
agenda política y en las discusiones de losmovimientos sociales
latinoamericanos. Eso constituye un logro histórico que
nadie que no esté pagado por la CIA ni tenga mala fe o anteojeras
puede dejar de reconocer. El alcance de ese gesto excede
largamente las medidas administrativas o de gestión de
cualquier Presidente o Gobierno para entrar en otra órbita,
aquella perteneciente a la lucha ideológica o batalla de las
ideas, como le gusta decir a Fidel.
Ahora bien, si acordamos que “otro mundo es posible” y
que ese otro mundo posible es o debiera ser el socialismo,
pues entonces, ¿de qué socialismo hablamos?
Allí apareció entonces, para desentrañar el enigma de la esfinge,
una expresión maravillosa, seductora, atractiva: el
socialismo del siglo XXI.
¿Por qué sedujo tanto? Porque dejaba en claro que el socialismo
latinoamericano que debemos construir no puede ser
un calco ni una copia de las experiencias de la nieve, allá lejos,
en el Este europeo. La burocracia que se derrumbó con el
muro de Berlín ensució y manchó la bandera roja (símbolo
mundial de los ideales y los valores más nobles) opacándola
con el gris mediocre y triste de los privilegios, la rutina y los
intereses mezquinos de la “razón de Estado”. Esa burocracia
se derrumbó sin dignidad, sin decoro, sin pena y sin gloria (en
8
ese derrumbe nada tuvieron que ver “la falta de conocimientos
matemáticos” como sugirió algún intelectual europeo que
anda circulando por ahí). El heroico pueblo soviético que hizo
la revolución de octubre, incendió los cielos, partió los tiempos
y humilló nadamenos que al genocidaHitler (sacrificando
veinte millones de sus mejores hijas e hijos para derrotar la
furia homicida y guerrerista de los nazis) no movió un solo
dedo para defender a la burocracia en 1989. Ese supuesto “socialismo
real” tenía muy poco de socialismo y escasísimo de
pueblo. Si el pueblo lo hubiera sentido como propio, hubiera
habido resistencia a la reconversión capitalista de la economía
y al remate neoliberal de sus antiguas conquistas sociales. No
las hubo.
Por todo eso, la expresión socialismo del siglo XXI caló tan
profundo. Venía a llenar un vacío. Tenía sus razones.
Sin embargo, junto al atractivo seductor, porque aclara lo
que no es, dicha expresión también carga con una gran ambigüedad,
que por momentos corre el riesgo de volverla difusa
y poco fecunda.
¿Qué sí es el socialismo del siglo XXI?
¿Será tal vez, como sugieren algunos ideólogos frustrados
por allí, un retorno y un revival de Keynes? ¿Será acaso, como
proponen algunos “especialistas” académicos en ciencias sociales,
un capitalismo humanizado, dialoguista, racional, con
movilizaciones populares pero sujeto de pies y manos a la juridicidad
e institucionalidad burguesas? ¿Acaso será, como le
aconsejan al presidente Chávez algunos socialdemócratas que
ya han fracasado en otros procesos y latitudes (recordemos la
experiencia sandinista), una conjugación de economía capitalista
estatal y privadamezclada con un “mercado popular”?
¿Un maridaje de “empresariado socialista” y cooperativas,
mediados por mayores niveles de consumo popular a través
del reparto de la renta petrolera (históricamente botín de gue-
9
rra de las viejas clases dominantes) sin modificar las relaciones
básicas de producción? Consejos equívocos y preguntas
que queman pero que hay que formularlas y pensarlasmás de
una vez.
¡Ahí, precisamente en ese momento, a la hora de escuchar
esos interrogantes, pide la palabra el comandante, el compañero
y el amigo de Fidel Castro y Hugo Chávez, Ernesto Che
Guevara! El Che tiene mucho que opinar en este debate. Ningún
“consejero” mejor para el hermano Hugo Chávez que la
voz del Che. Su evocación no tiene un gramo de nostalgia ni
una gota demelancolía. Volver nuestramirada al Che para interrogarlo
a partir de nuestros problemas actuales es un gesto
de realismo puro y duro. No es un delirio adolescente.
Hace falta rescatar al Che de la camiseta (donde de todas
maneras es preferible que esté, antes que ese sitio sea ocupado
por algún ícono pop del imperio y su mugriento american
way of life). Es necesario estudiarlo en serio, conocerlo a
fondo y no de manera superficial a través de tres consignas
famosas, necesitamos profundizar en sus filosas reflexiones.
El Che no es sólo un “guerrillero heroico”, como lo bautizaron
con cariño para homenajearlo sus (nuestros) hermanos
cubanos. El Che es, al mismo tiempo que un militante y un
combatiente práctico, un estudioso riguroso y un pensador
del socialismo y de su transición, de sus tareas, sus desafíos,
sus problemas (principalmente en sociedades como las nuestras,
dependientes, coloniales o semicoloniales, subdesarrolladas,
periféricas). No pensó a la revolución, al socialismo y
a la gestión de la nueva sociedad desde la Academia, desde un
posgrado en París, desde las ONGs, desde la OEA, la ONU o
la CNN.
¡No! El Che pensó, estudió y abordó estos problemas desde
la calle, desde la fábrica, desde el campo, desde la selva y
desde el barrio. Desde lomás profundo del corazón de nuestra
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América. Mientras su cabeza volaba muy alto, a la misma altura
que Marx, Lenin, Mariátegui o Rosa Luxemburg, mientras
su mano escribía con urgencia y premura, sus pies
estaban bien hundidos en el barro de la lucha cotidiana.
Para el Che el nuevo socialismo latinoamericano no puede
construirse “socializando” o “democratizando” el mercado
(algo así como enseñarle buenos modales a Drácula), sino
combatiéndolomediante una planificación democrática, participativa
y centralizada de recursos productivos, de gestión,
financieros y contables. No habrá socialismo simplemente repartiendo
más dinero. El estímulo material tiene corta duración
y rápida fecha de vencimiento en el plano de la conciencia
popular. No podemos competir por la cabeza y el corazón de
nuestros pueblos peleando en el terreno quemejor le conviene
a nuestros enemigos: el del consumo y el del reino pestilente
de la mercancía. Ese camino no es nuevo. Ya se ensayó en el
pasado y fracasó. Aunque algunos ideólogos lo bauticen y lo
presenten con nombres atractivos (“autogestión financiera”,
“socialismo cooperativo”, etc.) esa falsa y equívoca alternativa
constituye un arma mellada del capitalismo. Es más de lo
mismo. El mercado genera más mercado y más capitalismo.
Pretender superar la sociedad capitalista dependiente con
másmercado es como apagar un incendio con gasolina. Tiene
razón el presidente Chavéz cuando afirma que la conciencia
patriótica, revolucionaria y socialista no se genera con dinero
(¿además, y si se acaba el dinero estatal, qué hacemos?). El
camino de la hegemonía socialista es largo, difícil, complejo,
contradictorio, tortuoso y lleno de dificultades. Pero debemos
apostar estratégicamente por la planificación socialista centralizada
(que no es sinónimo de “estatismo burocrático”como
han propagandizado durante años los neoliberales y sus
discípulos vergonzantes, los socialistas mercantiles). Debemos
poner todas las energías en los estímulosmorales, la formación
política de nuestro pueblo a través de un trabajo
paciente y de hormiga. Debemos enfilar nuestras prácticas cotidianas
hacia la creación de mujeres y hombres nuevos, que
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encuentren sentido a sus vidas más allá del consumo suntuario
y a contramano de la estética dictatorial hollywoodense
que penetra, día a día, en nuestra cotidianidad. Ningún consejo
mejor, ninguna orientación más apropiada y oportuna a
nuestro mundo actual que aquel discurso del Che dirigido a
las nuevas camadas demilitantes recién salidos del horno, conocido
y publicado como “¿Qué debe ser un joven comunista?”.
Vale la pena imprimirlo, piratearlo, difundirlo,
regalarlo, estudiarlo, discutirlo, pasárselo al novio o a la novia,
al amigo del barrio, a la compañera del trabajo, al vecino y al
primo.
Por esas razones consideramos útil, urgente, impostergable
y sobre todo realista estudiar al Che. Esta pequeña obra, escrita
no sólo con convencimiento ideológico sino también con
amor por los ideales que el Che encarnó y por los cuales dio la
vida, es producto también de la militancia cotidiana y de la
formación política en barrios, en escuelas piqueteras de formación
de base, en empresas recuperadas, en el campo y en
otros lugares no citables. Quiere sumarse apenas como unmicroscópico
granito de arena en la construcción de un edificio
inmenso, pretende ser apenas una gota de agua en el torrente
imparable de la revolución bolivariana. Sólo eso.
Gracias al comandante Chávez, gracias al heroico pueblo
venezolano por la posibilidad y la oportunidad de compartir y
dialogar en voz alta sobre estos problemas, a través del papel
y la tinta, pero intentando ir más allá del papel y la tinta.
¡Por una Venezuela libre, soberana y socialista!
¡Por la Gran Colombia (proyecto internacional de muchas
naciones) que soñara el Libertador!
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¡Por la Patria Grande indo-latinoamericana!
¡Por nuestros miles de hermanas y hermanos desaparecidos!
¡Hasta la victoria siempre!
Néstor Kohan
Caracas, diciembre de 2008.
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¿POR QUÉ EL CHE HOY?
Nos educaron para la obediencia.
Nos enseñaron a bajar la cabeza y no mirar a los ojos.
Nos disciplinaron para decir siempre que sí.
Nos indujeron a rechazar todo camino que no sea el institucional
o el electoral-parlamentario.
Nos intentaron convencer, de manera “científica” y “pragmática”,
que no es viable el socialismo y, menos que nada, en un
continente del Tercer Mundo.
Nos demostraron una y mil veces que América latina es subdesarrollada
y vive en crisis permanente por la falta de capitalismo,
por la falta de inversiones, por la falta de capitales.
Nos machacaron con que el Estado somos todos.
Nos volvieron a insistir con que “Todos somos iguales ante la
ley”.
Nos castigaron y nos golpearon en nombre de La división de
poderes.
Nos reclamaron comprensión.
Nos pidieron que apoyemos a la burguesía nacional en nombre
de la Patria.
Nos censuraron.
Nos callaron.
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Nos reprimieron.
Nos ilegalizaron.
Nos endeudaron. Nos explotaron. Nos expropiaron. Nos dejaron
sin trabajo.
Nos persiguieron.
Nos secuestraron. Nos humillaron. Nos violaron. Nos torturaron.
Nos desaparecieron.
Más tarde...
Nos mostraron el camino de la reconciliación.
Nos volvieron a solicitar comprensión.
Nos inculcaron el culto a la PAZ.
Nos pidieron todos los días la otra mejilla.
Nos volvieron a obligar, ahora en nombre de “La Democracia”,
a bajar la cabeza y obedecer.
Nos dieron mil ejemplos y uno más de que la Revolución hoy
es imposible.
Pero el ejemplo del Che sigue vivo. Insoportablemente vivo.
Inconmensurablemente vivo.
Por eso, junto a nuevas generaciones de jóvenes guevaristas,
estudiamos cómo el Che desnudó el camino del atraso, la mi-
16
seria, la desocupación, el hambre y el subdesarrollo latinoamericanos:
no como un destinometafísico inmodificable sino
como la consecuencia necesaria y estructural del desarrollo
desigual, combinado y dependiente del capitalismomundial y
el imperialismo.
Por eso insistimos con el Che en que no hay que apoyar
nunca más a la burguesía nacional, que sólo tiene de “nacional”
la escarapela y sólo se acuerda de la patria en tiempos del
mundial de fútbol.
Por eso insistimos con el Che en que las Fuerzas Armadas
y el Ejército argentino son un ejército opresor, un ejército de
ocupación, un ejército al servicio de nuestros enemigos, los
enemigos de nuestro pueblo. Un ejército que aunque habla
nuestromismo idioma y tiene una retórica “nacionalista” está
al servicio del imperialismo.
Por eso, junto al Che, rechazamos todas las reconciliaciones,
todos los perdones, todas las paces con nuestros
verdugos. Nada de diálogo ni de mejillas ingenuas, ofrecidas
mansamente a nuestros enemigos de ayer, de hoy y de siempre.
Por eso, de lamano del Che, seguiremos insistiendo en que
el único camino de las transformaciones sociales no pasa necesariamente
por el Parlamento y el consejo deliberante.
Por eso, caminando al lado del Che, continuamos creyendo
en el socialismo como la única alternativa mundial, política y
ética al mismo tiempo, frente a la barbarie capitalista globalizada.
Por eso, querido Ernesto Che Guevara, te recordamos con
alegría y esperanza. Porque tu proyecto sigue siendo el nuestro.
En la política y en la vida cotidiana.
17

EL EJEMPLO DEL CHE GUEVARA,
ESPEJO DE VARIAS GENERACIONES1
La propuesta del Che Guevara
El Che Guevara, vivo e indomesticable, no es un mármol
seco ni un bronce frío. Cada generación de argentinos y argentinas
dialoga con él desde sus propios problemas, sus
dudas, sus alegrías y tristezas, sus sueños, sus desafíos pendientes,
sus anhelos incumplidos. Encontrarnos con él significa
abrir un diálogo.
¿Qué nos ofrece el Che? Un ejemplo de vida auténtica,
donde queda abolido para siempre el doble discurso y la doble
moral. Pero no sólo eso. Un pensamiento político revolucionario
donde lo central es el problema del poder. Una concepción
de la revolución, donde la conciencia antiimperialista, clasista
y socialista es fundamental, donde se disipan las ilusiones en
la institucionalidad del sistema, en la progresividad de la
“burguesía nacional”, en las reformas y medias tintas, en el
populismo. Una lectura filosófica muy sutil y refinada del
marxismo donde los cambios políticos, económicos y sociales
deben ir acompañados de un cambio en la subjetividad popular.
¿Dónde encontrar ese pensamiento que durante tantos
años los militares argentinos quisieron ocultar, incluso quemando
sus libros?
1 El siguiente trabajo fue redactado originariamente en febrero de 2007 con el carácter de texto independiente
que acompañaría amodo de prólogo una biografía sobre el Che Guevara editada por LeMonde Diplomatic-
Capital Intelectual, primera de una Colección de divulgación popular dedicada a los “Fundadores
de la izquierda latinoamericana”. Cuando leímos la biografía completa —claramente crítica del Che, repleta
de lugares comunes de la derecha y donde se daba crédito como si fueran ciertas, por ejemplo, a las
infamias del agente de la CIA y asesino de Guevara Félix Rodríguez— decidimos retirar en forma inmediata
nuestro texto de la edición. La editorial aceptó esta decisión y reemplazó nuestro texto por otro, redactado
por el ex guerrillero, ex marxista, ex guevarista y actual funcionario del gobierno de Kirchner,
Luis Mattini (Arnold Kremer), prologuista de esta biografía mercantil..
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Sus principales escritos
En El socialismo y el hombre en Cuba, el Che desarrolla su
concepción filosófica del humanismo marxista. Allí explica el
papel central de la categoría de “enajenación” para comprender
el carácter alienante delmercado capitalista. En su Carta
a ArmandoHart Dávalos también desarrolla su visión del estudio
de la filosofía.
En ¿Qué debe ser un joven comunista? se explaya sobre el
papel central que la juventud debe jugar en todo proceso de
transformaciones radicales.
En el Discurso de Argel deja en claro la perspectiva independiente
que Cuba construyó frente a la URSS y China y en
defensa de Vietnam.
En La planificación socialista, su significado; Sobre el sistema
presupuestario de financiamiento; El plan y el hombre
y Sobre la concepción del valor polemiza con los partidarios
del socialismo mercantil, defendiendo la necesidad de la planificación
socialista. Una reflexión que el Che corona con su
libro recientemente publicado Apuntes críticos a la economía
política, donde cuestiona el manual oficial de economía en la
URSS.
En Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana;
Guerra de guerrillas: un método y Contra el burocratismo
desarrolla algunas de sus principales tesis sobre el poder.
EnMensaje a los pueblos delmundo a través de la Tricontinental
describe la necesidad de unir el antiimperialismo y el
anticapitalismo,mientras impugna el carácter dependiente de
las “burguesías nacionales” latinoamericanas y rechaza la
mentira del “capitalismo nacional”.
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El Che y las generaciones argentinas
Aunque su vida y su obra aun tienen mucho que decirnos,
cada generación se acerca a él y lo interpela a su manera.
La generación del 60 vio en la figura del Che Guevara y en
la Revolución Cubana el resumen de lo que se podía conseguir
mediante la lucha revolucionaria. La encarnación concreta de
lo que la antigua izquierda ya no podía proporcionar: ejemplo
moral, lucha contra la enajenación y la explotación (almismo
tiempo), crítica de la burocracia, internacionalismo genuino y,
sobre todo, un método de lucha político-militar: la guerrilla.
No “el vanguardismo de cuatro loquitos, aislados del pueblo y
autoritarios, en busca de adrenalina” (como hoy describen al
guevarismo los arrepentidos, los bien pensantes y los funcionarios
seudoprogresistas de diversos ministerios estatales),
sino tan sólo una forma de lucha político-militar. Para aquella
generación del 60 Guevara encarna la cabeza más visible y
seductora de un proyecto político continental, impulsado por
la Revolución Cubana y Fidel Castro. Una estrategia política
donde se cuestiona el gradualismo reformista, la telaraña institucional
y la ilusión impotente que pretende “cambiar el
mundo sin tomar el poder”. Desde ese pensamiento político—
sustentado en una lectura no eurocéntrica de la historia latinoamericana
y en una ácida crítica de la dependencia y el
desarrollismo económico—el guevarismo de los 60 privilegia:
(a) la construcción de poder popular y (b) la confrontación directa
con el poder armado de los Estados nacionales y el imperialismo.
Guevarismo o populismo
La generación del 70 vuelve a encontrar en el Che Guevara
el ejemplo de vida que todos anhelamos. Pero lo descifra
desde otro lugar. La perspectiva de Guevara encarna, enton-
21
ces, la posibilidad de encontrar una salida revolucionaria a la
crisis orgánica que en la Argentina estalla con el Cordobazo
(mayo de 1969), apenas un año después delmayo francés y la
masacre mexicana de Tlatelolco. Pero, a comienzos de esa
nueva década, la figura insurgente de Guevara se entremezcla
en nuestro país con el fantasma populista de unmilitar, el general
Perón.
Inspirándose en el marxismo revolucionario del Che, a comienzos
de los 70 existieron corrientes políticas que dieron
una dura batalla por la conciencia antimperialista, clasista y
socialista, de los trabajadores y la juventud. La más significativa
fue la encabezada porMario Roberto Santucho. Estas vertientes
políticas no aceptaron encolumnarse, en nombre de
“la liberación nacional”, detrás del general Perón y su proyecto
de país burgués. Fueron valientes, abnegadas y heroicas. Se
inspiraron principalmente en el Che pero también bebieron
de toda la tradición previa de marxismo latinoamericano que
se inicia con el peruano José Carlos Mariátegui y con el cubano
Julio Antonio Mella. No obstante su originalidad, estas
corrientes no lograron conquistar la hegemonía sobre el conjunto
del pueblo.
En los 70, lamayoría de la juventud argentina vio en el Che
a un revolucionario que era parte de una constelaciónmayor,
donde también brillaban otras “estrellas”: losmilitares nacionalistas
Velazco Alvarado (Perú), Torres (Bolivia) y el propio
Perón. Esa fue la opción mayoritaria dentro de la juventud y
los trabajadores argentinos. Ante la debilidad histórica de la
antigua izquierda y el stalinismo local y frente al carácter minoritario
del guevarismo, no hubo fuerzas suficientes para
instalar un proyecto antiimperialista, clasista y socialista de
masas. El nacional-populismo fue hegemónico.
22
Quizás ello explique las trágicas ilusiones depositadas—incluso
por numerosos sectores, abnegados y combatientes, que
entregaron sin reservas su vida—en el supuesto carácter “nacional”
del Ejército argentino, en el supuesto carácter “progresista”
del pacto social del empresario Gelbard y en el
supuesto carácter “revolucionario” del liderazgo de Perón.
La historia,muchas veces, es una diosa rencorosa y vengativa.
No perdona, no tiene piedad. Las falsas ilusiones políticas
se pagan con sangre. En escasísimo tiempo —meses—, la
“revolución peronista” se desplomó sin pena ni gloria, pero
con muchísima tragedia. Las enseñanzas políticas del Che
Guevara, que siempre desconfió del carácter “progresista” de
la burguesía nacional y del carácter “democrático” de los ejércitos
burgueses, lamentablemente no fueron escuchadas por
la mayoría de nuestro pueblo. Si el guevarismo hubiera podido
ganar la conciencia de la mayoría de la clase obrera y la
juventud argentina, seguramente otro hubiera sido el desenlace
de los 70. Quizás también hubiéramos perdido, o no, —
¿quién lo sabe? La historia nunca sigue un determinismo
rígido, siempre está abierta— pero no hubiésemos sido
golpeados de esa manera...
La dictaduramilitar y el Che Guevara
Después vino 1976, la dictadura, el terror, el genocidio, la
masacre, los desaparecidos, los presos, los niños robados, la
tortura masiva y los exiliados. Martínez de Hoz y Videla,
deuda externa y represión, dos caras de una misma moneda.
Así nació, a sangre y fuego, el neoliberalismo en Argentina. El
Che Guevara desapareció de escena. No sólo se quemaron sus
libros, también su imagen y su póster.
A partir de la retirada ordenada de los militares en 1983 —
con la complicidad de la Multipartidaria y la totalidad de los
23
partidos políticos del sistema, principalmente el radicalismo
y el peronismo—, el pueblo volvió a la búsqueda. Los jóvenes
de la generación del 80, que no habían vivido los 60 y los 70,
se abocaron a reconstruir el pasado.
¿Guevara uno de los dos demonios?
Un sector de intelectuales y políticos, quebrados, reciclados,
conversos y aggiornados, sumados al alfonsinismo, y
muchos otros que se arrepentían de aquello en lo que nunca
habían creído del todo, le proporcionó a la juventud un relato
tramposo, sesgado, unilateral. “Los militares y los revolucionarios
eran iguales: terror de derecha y terror de izquierda”,
profesaba la tristemente célebre teoría de los dos demonios.
Los que no lo ubicaban como “demonio”, sugerían que el Che
Guevara había sido un rebelde idealista y bienintencionado,
pero.... no entendía nada de política.
Entonces volvió el Che masivamente en las remeras, pero
no en política. ¿Quién se animaba, en los 80, a defender la
actualidad política de Guevara? No sus canciones o su iconografía,
sino el eje central de su pensamiento político? Pocos,
muy pocos...
Y en los 90 vino Menem (con la vieja retórica y la añeja
puesta en escena nacional-populista). Y la devastación privatizadora
del país. Y la caída delMuro de Berlín. Y la euforia capitalista
mundial. Y todo lo que ya sabemos.
El regreso del Che y el socialismo del siglo XXI
Pero, ante tamaña desnudez, desorientación y orfandad política,
a inicios del siglo XXI resurge imponente la figura de
Ernesto Guevara. Nadie lo planificó. Simplemente hace falta.
Se necesita un pensamiento político que permita hacer un ba-
24
lance crítico de aquello que se derrumbó con el Muro (el stalinismo)
y de lo que se hundió, impotente, en lamugremenemista
(el neoliberalismo).
Entonces al abrirse el siglo XXI, retorna la figura del Che.
Se palpa en el aire.Miles ymiles de jóvenes de la nueva generación,
hartos de la vieja política, hastiados del sistema capitalista,
conmuchas preguntas por delante, pero a la búsqueda
de una nueva alternativa de vida, enarbolan enmarchas ymovilizaciones,
en estadios de fútbol, en plazas, en parques, en
recitales, casi fanáticamente, la bandera del Che.
Se producen entonces las grandes rebeliones contra el capitalismo
globalizado. Ya no sólo en África o Asia sino incluso
en lasmetrópolis imperialistas. Allí también,miles de jóvenes,
de todas las tribus, de todos los colores, comienzan a enarbolar
el emblema del Che. Y vienen las rebeliones populares en
América Latina. El Che deja de ser una figura restringida a la
Revolución Cubana para propagarse como reguero de pólvora.
El 19 y el 20 de diciembre de 2001 explota una rebelión popular
que derriba al gobierno neoliberal de Fernando De la Rúa.
Y las asambleas populares y los piqueteros y las fábricas ocupadas
y los estudiantes y un debate político que hacía 30 años
no vivía la Argentina.
¡Vuelve el Che! A inicios del nuevo siglo una nueva generación
de trabajadores y jóvenes rebeldes se vuelcan hacia él.
Guevara, inspirador del socialismo del siglo XXI, retorna para
quedarse. Aprendiendo de los errores y de las falsas ilusiones
del pasado que tanta sangre y dolor nos costaron, esta vez, sí,
tiene que ser la vencida.
25

ELMARXISMO Y LA FILOSOFÍA DEL CHE2
Aniquilar e incorporar. En esos dos movimientos se
articulan y condensan las estrategias que los poderosos han
desarrollado frente al Che. Una vez capturado, lo asesinaron,
despedazaron su cadáver y como a tantos otros compañeros,
lo “desaparecieron”. Luego, se dedicaron pacientemente a incorporarlo.
Como a todos los revolucionarios —muchos de ellos y ellas
anónimos, que no tuvieron la suerte de ser conocidos como el
Che, pero que sin duda alcanzaron sumisma estaturamoral—
se los ha tratado demanipular, de trivializar. Se los ha querido
convertir en objeto de consumo y revival. Que nunca lo logren
sólo depende de nosotros, de nuestra lucha, de la capacidad
que tengamos para que sigan acompañándonos no desde las
vidrieras ni las librerías del shopping sino desde la calle, el
colegio, la fábrica, la universidad, las movilizaciones.
El estudio del Che necesariamente nos remite a una lucha
por su herencia, a un combate. En esa pelea, la apropiación
burguesa del Che reposa sobre tres tipos de operaciones
ideológicas:
En primer lugar, se lo intenta desvincular de la revolución
cubana, de su dirección revolucionaria —que él contribuyó a
crear y de donde emergió como cuadro y dirigente— y del innegable
impulso que aquella dio a la revolución continental.
En segundo lugar, se pretende presentarlo como un empirista
y un pragmático, absolutamente desprovisto de cualquier
2 La primera versión de este texto nació originariamente a fines de 1992, como ponencia leída en diciembre
de ese año en un encuentro de filosofía en La Paz, Bolivia. Una breve síntesis fue allí publicada en el suplemento
cultural del periódico Presencia (La Paz, 24/1/1993) bajo el título “El papel del hombre en la filosofía
de la praxis”. Luego de haber sido reelaboradomás de una vez, el ensayo fue publicado en Argentina
en la revista América Libre (N°11, 1997), en Cuba en Debates Americanos (N°3, 1997) y en México en
Dialéctica (Año 22, N°31, 1998).
27
nexo con la teoría social y filosófica marxista. Y en tercer
lugar, se lo convierte en un mito y una imagen, desligados de
su proyecto, y a los cuales se reverencia “independientemente
de sus ideas” o “a pesar de ellas”.
Esta última operación es quizás lamás fácilmente identificable.
En las revistas, diarios, TV y cine —privilegiados espacios
de construcción hegemónica— Guevara se ha convertido
en el poster de un rockero pelilargo y con boina, un héroe romántico,
un aventureromitológico y utópico, un RobinHood,
un Don Quijote, un Cristo laico o un simpático idealista. Inalcanzable,
siempre bello y bien lejos de la tierra, por lo tanto inservible
e inoperante en la cotidianeidad. Y además, siempre
derrotado. El cine —para dar sólo un ejemplo— privilegia invariablemente
las derrotas de los revolucionarios. ¿Por qué se
hacen tantas películas sobre la derrota española ante Franco
y ninguna sobre la victoria de Vietnam, o de Cuba? Desmoralizar
y desmovilizar al enemigo—el pueblo, la juventud—es la
gran consigna de guerra. El Che no fue inmune a esa estrategia.
Bolivia y La Higuera predominan sobre Santa Clara y La
Habana. Admirarlo, sí, pero no seguir su ejemplo.
Recuperar al Che para el campo popular y revolucionario
implica entonces comenzar—apenas comenzar, en esa precaria
etapa estamos— a desmontar esa sistemática e inescrupulosa
apropiación. Pero también obliga a polemizar con la
neutralización y el congelamiento que le han impuesto más
de una corriente de izquierda. Ya sea los que lo reivindican
folklóricamente como figura inofensiva y tranquilizadora para
aplacar conciencias a través de toda una serie de fantasías
compensatorias o los que lo cuestionan por su supuesto “foquismo
ultraizquierdista” (pequeño burgués desesperado, populista
sin confianza en el proletariado puro, en el partido de
vanguardia, etc. etc.)
28
Tratando de ubicarnos en esa doble disputa, y subrayando
la continuidad metodológica entre la ruptura teórico política
que produjo Marx y las que a su turno incentivaron Lenin,
Mariátegui y el Che—sin olvidarnos de otros pensadores y dirigentes
antiburocráticos, aunque no los analicemos en este
libro— intentaremos señalar ciertos núcleos conceptuales de
su pensamiento teórico. Apenas fragmentos de un estudio sistemático
que sigue aun pendiente para las nuevas generaciones.
Humanismo y antihumanismo teórico
En su polémica y provocativa obra Para leer El Capital,
Louis Althusser se oponía a las interpretaciones izquierdistas
del marxismo que, para criticar y oponerse al mecanicismo y
al fatalismo, habían apelado a la voluntad revolucionaria y
habían enfatizado el humanismo, el historicismo y una concepción
igualitarista de la praxis. Adoptaba entonces una
perspectiva filosófica autodefinida como "antihumanista teórica"
y "antihistoricista". Dejó huella e hizo historia.
El sentido último que Althusser trataba de encontrar en ese
izquierdismo —particularmente en el de Gramsci— era que
"remitía a una protesta contra el fariseísmo libresco de la II
Internacional y un llamado directo a la 'práctica', a la acción
política, a la 'transformación' del mundo sin lo cual el
marxismo no seríamás que el alimento de ratas de bibliotecas
o de funcionarios políticos pasivos".
A pesar de ese justificado reconocimiento, el humanismo
y el historicismo praxiológico reposaban y giraban para
Althusser sobre unamisma problemática ideológica "no científica",
voluntarista e idealista. Ambos se habían apartado del
materialismo, en el particular significado que él otorgaba al
término "materialismo" —no directamente asimilable al del
29
30
DIAMAT—: (a) tesis epistemológica de la diferencia y
preexistencia del objeto real por fuera, tanto del proceso
cognoscitivo como de su producto, el objeto de conocimiento
construído ("Materialismo Dialéctico"), y (b) teoría de la economía
política y de la historia, no centrada en los sujetos ni en
los hombres, sino en los procesos, relaciones y estructuras, de
los cuales los hombres sonmeros soportes o portadores ("Materialismo
Histórico").
Al hacer la enumeración de las corrientes y autores
izquierdistas que habrían "recaído" en el humanismo y el historicismo,
Althusser incluía sugestivamente a: (a) Rosa
Luxemburg y Franz Mehring; (b) Bogdanov y el 'Prolekult'
(Cultura Proletaria), (c) György Lukács y Karl Korsch; (d) "la
oposición obrera" (es decir León Trotsky y su corriente), (e)
Antonio Gramsci; y finalmente (f) "los pueblos del Tercer
Mundo" que realizan "combates políticos verdaderamente revolucionarios
para conquistar y defender su independencia
política y comprometerse en la vía socialista"3.
Si bien Althusser no nombraba explícitamente a aquellos
teóricos y dirigentes revolucionarios que en "el Tercer
Mundo" se sentían atraídos por el humanismo y el historicismo,
no es difícil imaginar a quien estaba refieriéndose si
tomamos en cuenta que su libro se publicó en 1967 . Creemos
que en esa alusión Althusser estaba pensando en la dirección
política de la Revolución Cubana y especialmente en Ernesto
Che Guevara.
Uno de sus alumnos y discípulos directos, Régis Debray, se
había trasladado a La Habana, participó al menos formalmente
en la Escuela de Filosofía y tuvo un contacto, por así
decirlo, "directo" con el Che. Althusser sabíamuy bien de qué
estaba hablando.
3 Cfr.Louis Althusser: Para leer El Capital.México, Siglo XXI, 1988."Elmarxismo no es un historicismo",
p.130 156. La enumeración de los partidarios del izquierdismo historicista, praxiológico y humanista en
p. 153.
31
Recordemos que en Europa, desde una perspectiva filosófica
crítica y antidogmática, Lukács, Korsch y Gramsci —pero
no sólo ellos—habían enfrentado en los años 20 y 30 las visiones
canonizadas del marxismo enfatizando su componente
humanista y priorizando su historicismo. En esos años, el
DIAMAT se había erigido en "oficial" pero su reinado aparentemente
monolítico convivía en realidad con otras vertientes
heterodoxas y no esquemáticas. En ese impulso teórico, indudablemente
la categoría dialéctica de praxis había ocupado un
lugar central, tanto enHistoria y conciencia de clase como en
los Cuadernos de la cárcel (aunque este reconocimiento indubitable
no implique, de ningún modo, construir un nuevo
“panteón”, ahora heterodoxo, para reemplazar al ortodoxo del
stalinismo).
En América Latina, el DIAMAT sólo se pudo imponer sobre
elmarxismo creativo deMariátegui y sobre el espíritu de ofensiva
deMella a fines de los años 20. Su hegemonía duró hasta
inicios de los 60 cuando, al calor de la Revolución Cubana, comienza
la batalla por extender, difundir y socializar otras vertientes
marxistas. En la cresta de ese renacimiento político
cultural, la Escuela de Filosofía de LaHabana y la revista Pensamiento
Crítico cuestionaban explícitamente al DIAMAT,
publicaban a Lukács y Korsch en castellano e intentaban fundamentar,
en la revista y en sus planes de estudio, una lectura
historicista del marxismo. Mientras tanto, Adolfo Sánchez
Vázquez publicaba enMéxico su célebre Filosofía de la praxis.
Era exactamente el mismo año, 1967, en que Althusser arremetía
en París contra el "humanismo historicista de la praxis"
y Marta Harnecker —su discípula latinoamericana— comenzaba
a seguirlo puntualmente en nuestros países con sus
célebresmanuales, que guiaron el aprendizaje demiles demilitantes
latinoamericanos simpatizantes de la revolución
cubana4.
4 Veinte años después, en 1989,Marta Harnecker todavía seguía esforzándose por conciliar su entusiasta
adhesión a la estrategia política guevarista para el continente latinoamericano, con el "antihumanismo
teórico" althusseriano, evidentemente contradictorio con la filosofía humanista e historicista del Che. Cfr.
Marta Harnecker: "El Che: vigencia y convocatoria" y "El Che: La consecuencia de un pensamiento".
Bs.As., s/edit. 1989. Principalmente "Sobre el humanismo en el Che y la crítica de Althusser a la consideración
del marxismo como un humanismo". p. 26-27.
32
Entonces, no es muy difícil coincidir con el diagnóstico de
aquella caracterización althusseriana, aunque desde una perspectiva
diametralmente opuesta (sin por ello construir—insistimos—
un nuevo “panteón” invertido). Efectivamente, el
pensamiento teórico del Che Guevara se inscribe en esas corrientes
historicistas y humanistas de la filosofía de la praxis,
cuya larga tradición crítica y antidogmática tiene en Gramsci
y en Mariátegui sus principales exponentes5.
La formación filosófica
Guevara toma contacto con los textos clásicos deMarx, Engels
y Lenin varios años antes de la proclamación socialista
de la Revolución que hace Fidel Castro a inicios de los 60. Su
formación filosófica, política y económica anterior a la Revolución
Cubana incluye por lo menos la lectura de El Manifiesto
Comunista y El Capital de Marx; el Anti-Dühring de
Engels; El Estado y la revolución y El imperialismo, fase
superior del capitalismo de Lenin. Con los dos primeros tuvo
contacto entre los 16 y los 17 años, cuando comienza a redactar
un diccionario filosófico. Las notas para ese diccionario las
escribe en diferentes épocas y las culmina en México. Los
otros tres los analizó en sus años de estudios universitarios6.
En trabajos y en su correspondencia familiar desde 1954
en adelante —la época de sus grandes viajes por América Latina—,
aparecen regularmente categoríasmarxistas y frecuen-
5 Cfr.Fernando Martínez Heredia: El Che y el socialismo. Bs.As., Dialéctica, 1992. p.12,60,69 y 140; y
Michael Löwy: El pensamiento del Che Guevara.México, Siglo XXI, 1987. p. 17. Estas dos investigaciones
son seguramente las que mejor explicitan y desarrollan la pertenencia del pensamiento filosófico del Che
a la filosofía de la praxis y su diferencia radical con todo materialismo (ya sea del DIAMAT u otros más
elaborados).
6 Lamentablemente hasta la fecha ese diccionario redactado por el joven Guevara no ha sido publicado.
Pueden consultarse unas pocas fotografías de algunas páginas manuscritas —por ejemplo, la correspondiente
al término "dialéctica", o a Marx y Sócrates, en la iconografía de Adys Cupull y Froilán González:
Ernestito, vivo y presente (1928-1953). La Habana, Ed.Política, 1989. pp.105-109. Cfr. también Carlos
Tablada: "La creatividad en el pensamiento económico del Che" en Cuba Socialista N°39, mayo junio de
1989. p. 66 70. Algunos pequeños fragmentos han sido recientemente reproducidos en la antología América
latina, despertar de un continente. Australia, Ocean Press, 2003 [Véase nuestra presentación “Los
inéditos del Che Guevara”, incluido en la segunda parte de este volumen].
33
tes alusiones irónicas a sus apasionadas lecturas de los clásicos
de esta corriente. Por ejemplo, en un trabajo sugestivamente
titulado "La clase obrera de los EEUU... ¿amiga o
enemiga?", redactado en abril de 1954, a partir de la categoría
de imperialismo el joven Guevara analiza los métodos de la
burguesía norteamericana para compensar la plusvalía
extraída a su proletariado.
En abril de 1956, también le dice a su padre: "Dentro de
poco tiempo pasaré a ser una notabilidad en la cienciamédica,
si no como científico o profesor por lomenos como divulgador
de la doctrina de San Carlos (Léase Carlos Marx) desde los
altos escaños universitarios. Porque me he dado cuenta que
la fisiología no es mi fuerte, pero lo otro sí" y le comenta a su
amiga Tita Infante, en octubre delmismo año: "Por supuesto,
todos los trabajos científicos se fueron al cuerno y ahora soy
sólo un asiduo lector de Carlitos (léase Carlos Marx) y Federiquito
(léase Federico Engels) y otros itos". Este tipo de referencia
a sus lecturas marxistas se repite, invariablemente, en
la correspondencia de esos años. Les comenta también: "Por
otro lado te diré que tengo una cantidad de chiquilines de
sexto año encandilados con mis aventuras e interesados en
aprender algo sobre las doctrinas de San Carlos" o, "Estoy
fuerte, optimista, subo frecuentemente a los volcanes, voy frecuentemente
a visitar ruinas, leo frecuentemente a San Carlos
y sus discípulos". Agrega: "El tiempo libre lo dedico al estudio
en forma informal de San Carlos. La nueva etapa de mi vida
exige también el cambio de ordenación; ahora San Carlos es
primordial, es el eje, y será por los años que el esferoide me
admita en su capa más externa", etc.,etc.7
Un gran aliciente para su inicial acercamiento almarxismo
teórico se produce en Guatemala en 1954, en la biblioteca de
la que sería sumujerHilda Gadea. Posteriormente, exiliado de
Guatemala tras el golpe contrarrevolucionario contra Arbenz,
7 Cfr.E. Guevara Lynch: ...Aquí va un soldado de América. Bs.As., Planeta, 1990.
34
recibe de manos de su amigo Arnaldo Orfila Reynal por esa
época director de FCE (Fondo de Cultura Económica) y luego
de Siglo XXI los tres tomos de El Capital, en la traducción de
Wenceslao Roces. Su padre también señala la importancia
que tuvo en su inicial interés por el marxismo la amistad
—nacida en 1954 en Guatemala y continuada luego de la toma
del poder en Cuba en los años 60—con el profesor norteamericanoHaroldWhite,
quien en 1928 había impartido clases de
marxismo en la Facultad de Filosofía de la Universidad de
Utah y había escrito una obra sobre elmismo tema publicada
en los EEUU.
Además, en uno de sus viajes continentales se aloja, sugerentemente,
en la casa del comunista peruano Hugo Pesce,
uno de los dos delegados mariateguianos a la conferencia comunista
de Buenos Aires de 1929. Le dice entonces en una
carta (fechada en mayo de 1952) a su amiga Tita Infante:
“Afortunadamente encontramos en Lima, junto con unmaestro
de la lepra, un espíritu comprensivo como es el Dr. Hugo
Pesce, que ha solucionado la mayoría de nuestros problemas
más apremiantes ($$,&&,etc.). De paso le diré que las ideas de
este señor se parecenmucho a las suyas (Tita eramilitante comunista
en Buenos Aires) pero no es tan romántico como
usted”. Es sumamente probable que en esemomento haya tomado
contacto directo con la obra de José CarlosMariátegui,
padre intelectual de Pesce.
Por este último Guevara continuó sintiendo una gran estima
aun después de triunfar la revolución en Cuba. No casualmente,
le dedica su libro Guerra de guerrillas en 1962 con
la siguiente dedicatoria: “Al Doctor Hugo Pesce, que provocara,
sin saberlo quizás, un gran cambio en mi actitud frente
a la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de siempre,
pero encaminado a finesmás armónicos con las necesidades
de América. Fraternalmente Che Guevara”. En ese “gran
35
cambio” que le provocó el encuentro juvenil —médico y político—
con Pesce, ¿habrá tenido algo que ver Mariátegui?
Creemos que el antiimperialismo visceral del Che—que no separa
socialismo de liberación nacional— mantiene una filiación
directa con aquellas proposiciones herejes que
Mariátegui había enviado a Buenos Aires en 1929.
En vísperas de la salida en el Granma (el barco de la expedición
de Fidel Castro a Cuba) Guevara se escondió en casa
del guatemalteco Alfonso Bauer. Según el posterior testimonio
—de 1977— de este doctor, los dueños de casa encontraron,
tras su partida, varios libros suyos abiertos en su cama. Entre
ellos El Capital y El Estado y la revolución.
Su interés por la lectura de los principales textosmarxistas,
como es obvio, no respondió únicamente a una curiosidad
meramente libresca. En sus viajes juveniles por el continente
había sido testigo de la ebullición revolucionaria de losmineros
de Bolivia—abortada por el nacionalismo, que luego colaboraría
con la dictadura de Barrientos y Ovando— y de la
intervención yanqui en Guatemala en 1954. La impronta de
esa preocupación política, tan presente en sus cartas anteriores
a su incorporación al Movimiento 26 de Julio en México,
fue indudablemente el telón de fondo de sus lecturas filosóficas
y económicas.
De manera que cuando la dirección cubana emprende el
rumbo de construir el socialismo en la isla, Guevara contaba
ya con todo un capital simbólico acumulado en la lectura de
algunas de las principales obras marxianas y también de
Engels y Lenin. Su preocupación por la teoría revolucionaria
realmente corría pareja con su voluntad de lucha y su
heroísmo personal. Una lección que los nuevos revolucionarios
no deberían olvidar, sobre todo cuando hoy se defiende
confusamente la audacia y la valentía del Che pero se despre36
cia la formación teórica. El Che no fue un condottiero ni un
mercenario, de esos con que el cine hollywoodense nos inunda
hasta el hastío. Fue un cambatiente revolucionario, un cuadro
revolucionario, un comunista en el cabal sentido de la palabra.
No fue entonces un simple "empirismo" o "pragmatismo"
desideologizado por adaptarse a los nuevos rumbos que tomaban
los acontecimientos en la Cuba de Fidel Castro los que
lo llevaron al marxismo, como tergiversada y malintencionadamente
sostienen muchas biografías8.
Esta cultura que había bebido tempranamente en los clásicos
del marxismo se enriquecerá cuando el revolucionario
dejemomentáneamente paso al constructor; es decir, cuando
Guevara deja de ser guerrillero y pasa a desempeñar responsabilidades
como Jefe del Departamento de Industrialización
del INRA, Presidente del Banco Nacional de Cuba y luego
comoMinistro de Industrias. Las lecturas individuales previas
son teóricamente enriquecidas por la enorme experiencia colectiva
de los años de lucha y por la inédita situación de un
país donde todo, absolutamente todo, está por crearse.
Esos años febriles son los del trabajo voluntario y el debate
económico, matizados por la investigación sistemática.
CuentaMiguel Figueras —director por ese entonces de Planificación
Perspectiva del Ministerio de industrias, a cargo del
Che— que Guevara había armado dos grupos de estudios por
semana. Los lunes a la noche se reunía a estudiarMatemáticas
y uso de las estadísticas y los jueves en el mismo horario, leía
8 Para un estudio exhaustivo de las veintiseis biografías sobre el Che (escritas hasta el año 1989, pues en
1997 se publicaron muchísimas más...) y de los setenta artículos que se publicaron en la prensa latinoamericana
sobre su vida (desde su muerte hasta 1968) cfr. Germán Sánchez: "Che: Su otra imagen". En el
volumen colectivo Pensar al Che. La Habana, Centro de Estudios sobre América (CEA),1989.Tomo I. pp.
29-110. A los treinta años de la caída del Che (1997) una cantidad por ahora incontable de biografías y películas
se han abocado a su figura. La mayoría, proveniente de la industria cultural del régimen y de sus
ideólogos, focalizan toda la trama en su figura, escondiendo, manipulando u ocultando su proyecto. De
todas, la mejor que hemos leído porque está escrita desde una perspectiva y valores revolucionarios es la
de Paco Ignacio Taibo II: Ernesto Guevara, también conocido como el Che. Bs.As., Planeta, 1996. Aunque
ésta soslaye el aporte teórico de Guevara -le dedica sólo una página de las casi 900 al debate sobre el valorprivilegiando
el aspecto biográfico..
37
y estudiaba colectivamente El Capital9. En esa época llega
también a Cuba el profesor de economía política marxista
AnastasioMansilla10. Lo quemás impacta—e incomoda, vaya
si incomoda— en él es que reune a un tiempo el estudio y la
elaboración sistemática de la teoríamarxista y la práctica política
en su más alto escalón.
En estos años descubre losManuscritos económico-filosóficos
de 1844 deMarx y, posiblemente, vuelve a leer la obra de
Aníbal Ponce: Humanismo burgués y humanismo proletario11
, publicada en La Habana en 1962. En ella el pensador
argentino—reconstruyendo el itinerario del humanismo desde
Erasmo y William Shakespeare hasta Romain Rolland, pasando
por Ernest Renan— defendía históricamente el concepto
de "hombre nuevo, completo, integral y total", como
categoría central en el marxismo.
SiMariátegui fue sin duda el antecesor ideológico y político
del Che en su impulso antiimperialista y en su impugnación
de los dogmas "materialistas" y "deterministas" que sólo avalaban
y justificaban el reformismo, Ponce es su antecesor en
la problemática del humanismo. Es indudable que Humanismo
burgués y humanismo proletario, es una de las fuentes
directas del rescate que el Che hace del “hombre nuevo”, del
“hombre completo”, del “hombre total”12. También es sumamente
llamativo el paralelo entre la crítica de Guevara al bu-
9 Cfr.Entrevista de Yvette Villaescusa a Miguel Figueras. En Granma Internacional, 11/X/1992, p. 3.
10 Ver “Che Guevara lector de El Capital” [Incorporado en la segunda parte de este volumen].
11De Ponce se publican en Cuba durante esos años dos libros: Educación y lucha de clases [Prólogo cubano
s/firma, p.I-XI]. La Habana, Imprenta Nacional de Cuba-Ministerio de Educación, 1961 y Humanismo
burgués y humanismo proletario [Prólogo de Juan Marinello, p.7-30]. La Habana, Imprenta Nacional
de Cuba, 1962.
12 Ernesto Guevara había leído este trabajo de Ponce largamente antes de conocer a Fidel. Por ejemplo,
Carlos Infante, hermano de Tita Infante, la gran amiga de juventud del Che, señala: “Ella era afiliada a la
juventud comunista de la Facultad deMedicina de Bs.As., no así Ernesto, que era un jovenmuy independiente.
Acostumbraban a tomar una hora para intercambiar opiniones y yo intervenía, discutíamos apasionadamente.
Ellos discutían sobre marxismo, sectarismo, acerca de la falta de flexibilidad y elasticidad
de la juventud comunista argentina. Tita no era sectaria, estaba mucho más cerca del pensamiento de él
[...] Tita le dio a leer a Aníbal Ponce [...] Hay tres libros de Aníbal Ponce que leyeron ambos: Educación
y lucha de clases, Humanismo burgués y humanismo proletario y El viento en el mundo. Estoy seguro
que leyeron Ambición y angustia de una adolescente, porque eran estudiosos y éste es un trabajo
psiquiátricomuy interesante de Aníbal Ponce”. Cfr. En Adys Cupull y Froilán González: Cálida presencia.
La amistad del Che y Tita Infante a través de sus cartas. Rosario, Ameghino, 1997.p. 16.
38
13 Cfr. nuestro De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano. Obra
citada.
rocratismo —por su culto a la rutina gris— y la prédica vitalista
y juvenilista de El hombre mediocre de José Ingenieros,
otra de las fuentes de “la hermandad de Ariel” tan presente
en el ideario latinoamericanista de la Reforma Universitaria.
En el Diccionario de filosofía que el Che comenzó a redactar
en formamanuscrita a los 17 años (esosmateriales se encuentran
hoy en el archivo del Centro Che Guevara de LaHabana),
varias páginas están dedicadas a Ingenieros.
No debemos olvidar que la influencia de Ingenieros no sólo
impregnó la formación ideológica del joven Guevara en la Argentina.
Su eco también fue enorme en el ideario antiimperialista
de las distintas generaciones que antecedieron y confluyeron
en la Revolución Cubana de 1959. Este fenómeno tiene lugar
ya desde la década del 20, cuando Ingenieros se encuentra
personalmente en La Habana —a su regreso de México en
1925— con Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y
Gustavo Aldereguía, tres de las principales cabezas revolucionarias
de la Cuba de aquellos años. Más tarde, al morir Ingenieros,
Martínez Villena —líder del comunismo cubano tras
el asesinato de Mella en México— escribe “Con motivo de la
muerte de José Ingenieros” cuestionando la impugnación que
de él había hecho entonces Jorge Mañach. Incluso el futuro
canciller de la Revolución Cubana Raúl Roa, miembro de la
Liga Antimperialista y la Universidad Popular José Martí a
fines de los 20, del Ala Izquierda Estudiantil durante los 30 y
uno de los principales impulsores del antiimperialismo cubano
en años posteriores —al punto que su obra constituye
una de las primeras lecturas marxistas del joven Fidel Castro
en tiempos de estudiante—, señalaba a Ingenieros, junto con
Mariátegui, como uno de sus principales maestros13.
Y si de herencia cultural latinoamericana se trata, no debemos
olvidar que de jovencito, en la provincia de Córdoba,
durante 1943- 1945, el joven Ernesto Guevara —amigo de
Gustavo Roca— frecuentaba asiduamente y se llevaba libros
de la biblioteca personal de Deodoro Roca, el redactor del
Manifiesto Liminar de la Reforma del 18, poco tiempo antes
fallecido (en 1942).
El pensamiento disruptivo de Guevara se inserta entonces
de lleno en el cruce de esta doble tradición. Por un lado la
latinoamericanista y humanista de Ingenieros, Mariátegui,
Mella, D. Roca y Ponce; por el otro, la vertiente historicista y
humanista del marxismo occidental europeo. Ambas inclasificables
dentro del rígido y cerrado perímetro de la sistematización
"materialista dialéctica".
De la mano de los Manuscritos económico-filosóficos de
1844 y sin proponérselo, el Che se instala abruptamente en la
discusión mundial sobre la filosofía del marxismo y sobre la
"cuestión de la alienación", incentivada entonces por las revelaciones
del XX Congreso del PCUS y las acaloradas polémicas
sobre losManuscritos. No casualmente Jean- Paul Sartre,
uno de los principales protagonistas de ese debate que definió
al marxismo como "el horizonte insuperable de nuestro
tiempo", caracterizó también al Che como "el hombre más
completo de nuestra época".
Guevara nunca escindió la filosofía y la economía de la política.
Enmedio de esa encendida voluntad de pensar, estudiar
y crear en el plano teórico, el Che seguía atentamente la marcha
de la revolución latinoamericana. Recibía periódicamente
y sin descanso a numerosos revolucionarios, incluídos argentinos
y argentinas, con quienes discutía distintas estrategias
de lucha.
39

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