martes, 12 de abril de 2011

LIBROS :CHE (2) Un marxismo siglo XXI

La crítica al DIAMAT y al determinismo
Al explicitar su concepción del marxismo, Guevara retomaba
las Tesis sobre Feuerbach (núcleo conceptual en el que
se apoyan todos los filósofos de la praxis desde Lukács y
Gramsci hasta Sánchez Vázquez ), cuando sostenía que la pasividad
de las masas, analizada desde un punto de vista filosófico,
tiene su origen en "la propaganda directa (realizada
por) los encargados de explicar la ineluctabilidad de un régimen
de clase, ya sea de origen divino o por imposición de la
naturaleza como ente mecánico"14.
Es evidente que, como en la primera Tesis deMarx de 1845,
Guevara está criticando tanto al viejo espiritualismo cuyas
explicaciones se asientan en lo divino; como al materialismo
ontológico metafísico que enfatiza la prioridad de la materia,
entendida como naturaleza sujeta a leyes necesarias e independientes
de la praxis humana. Ambas tradiciones culminan
legitimando la pasividad y la especulación. Ahora bien, si
Guevara dirige su ataque tanto al viejo materialismo como al
idealismo, ¿no contradice al DIAMAT, que tantas simpatías
expresa por el viejo materialismo —ilustrado y burgués—
del siglo XVIII? Efectivamente, filosóficamente hablando
Guevara no es un ingenuo. Su distanciamiento crítico del
DIAMAT lo expresa en reiteradas ocasiones, por ejemplo,
cuando se queja amargamente del "escolasticismo que ha frenado
el desarrollo de la filosofía marxista".
Guevara no explicita todos sus presupuestos filosóficos ni
abandona el lenguaje y la terminología usualmente empleada
en la literaturamarxista de la época. Por ejemplo, aunque critica
el DIAMAT, sigue utilizando el término “materialismo
dialéctico”. No obstante, su nuevo encuadre teórico filosófico
resignifica muchos de los términos que durante tanto tiempo
habían sido bastardeados por la filosofía oficial del DIAMAT.
14 Cfr.E.Guevara: "El socialismo y el hombre en Cuba". En El socialismo y el hombre nuevo. Compilación
y notas de José Aricó. México, Siglo XXI, 1977. p. 8.
Frente a esta última interpretación delmarxismo—ideología
legitimadora que garantizaba la tranquilidad y llamaba a
esperar que "se produjera" la revolución cuando las condiciones
estuviesen "maduras" (como una fruta natural), por el
mandato ineluctable de “las leyes objetivas” que inevitablemente
todo lo determinaban en la historia— Guevara opone
su concepción filosófica de la praxis. Ésta le permite superar
la vieja dicotomía entre “materialismo e idealismo”. Almismo
tiempo que le permite recuperar la dimensión dialéctica, que
tan opacada se hallaba en el determinismo social. Desde esta
perspectiva filosófica, Guevara revaloriza junto a los aportes
deMarx, aquellos otros donde Lenin otorgaba en política a la
dimensión subjetiva un lugar privilegiado.
No sería exagerado encontrar un paralelo analógico entre la
ruptura teórica iniciada por la Revolución Cubana y la ofensiva
política continental que ésta provocó, con las críticas de
Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburg al determinismo quietista
de la II Internacional, fundamentalmente el de Kautsky y el de
Plejanov (no así con Labriola, inasimilable a los dos últimos).
Por ejemplo, planteaba el siguiente interrogante: "¿Cómo
se puede producir en un país colonizado por el imperialismo,
sin ningún desarrollo de sus industrias básicas, en una situación
de monoproductor, dependiente de un solo mercado, el
tránsito al socialismo?". Para responderle, en "La planificación
socialista, su significado", Guevara cuestionaba abiertamente
la respuesta determinista y materialista, según la cual
se podía: "como los teóricos de la II Internacional,manifestar
que Cuba ha roto todas las leyes de la dialéctica, del materialismo
histórico, del marxismo y que, por tanto, no es un país
socialista o debe volver a su situación anterior".
Según el Che, la Revolución Cubana rompía efectivamente
con "las leyes de la dialéctica", tal como eran entendidas por
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el fatalismo del materialismo escolástico. Y también rompía
definitivamente con el "el materialismo histórico", tal como
era recitado en losmanuales de la vulgata, de la época de consolidación
y expansión de esa teoría.
Por eso, señalar el paralelo con la ruptura teórica producida
por Lenin y los bolcheviques, no es arbitrario. Ambos deben
remar contra la corriente supuestamente "ortodoxa" de sus
tiempos. Recordemos que como el Che Guevara hizo con la
cubana, en Italia el joven Gramsci había caracterizado la revolución
bolchevique de Lenin en 1917 como una "revolución
contra El Capital". Es decir, contra El Capital tal como lo entendían
a través del tamiz determinista y materialista "ortodoxo"
los dirigentes de la II Internacional.
En la misma línea de pensamiento, en el Perú José Carlos
Mariátegui había sostenido que la nueva concepción activista
de Lenin podía entenderse si se remplazaba la fórmula cartesiana
"pienso, luego existo" por la de "combato, luego existo".
Y agregaba que: "Elmarxismo, donde se hamostrado revolucionario
—vale decir, donde ha sido marxismo— no ha obedecido
nunca a un determinismo pasivo y rígido". En todos
estos casos, se trataba de restablecer el marxismo en su dimensión
más radical, vital y de ofensiva.
Emparentándose con esa tradición activista, la "Segunda
declaración de La Habana" (febrero de 1962) reclamaba: "El
deber de todo revolucionario es hacer la Revolución. Se sabe
que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no
es de revolucionarios sentarse a la puerta de su casa para ver
pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra
con el de un revolucionario".
De ahí que en su Diario del Che en Bolivia, Guevara anotara
como balance del 26 de Julio, fecha que conmemora el
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asalto de Fidel Castro al CuartelMoncada: "Significado del 26
de Julio: rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas
revolucionarios".
La Revolución Cubana resultaba una herejía en toda la
línea, si se analizaba desde elmaterialismo determinista, asociado
a una filosofía de la historia universal que prescribía el
paso necesario e ineluctable de todos los países delmundo por
rígidas etapas cuya sucesión predeterminada seguía el canon
de un modelo lógico apriori, extraído de la formación social
inglesa—el correlato empírico utilizado porMarx en El Capital
por ser el país más adelantado de su tiempo.
Confundiendo metodológicamente lógica e historia en el
método de exposición de El Capital, priorizando la primera
por sobre la segunda, la obra principal de Carlos Marx se
había convertido en una receta, cuya cristalización impedía
admitir que se "quemaran etapas" en el decurso histórico político.
Lo que se consideraba teóricamente como "modelo clásico"
dictaminaba, desde lo alto, que Cuba no podía marchar
al socialismo, pues "la historia no se puede forzar". El férreo
determinismo ineluctable de las leyes de la sociedad, centrado
en el imparable desarrollo de las fuerzas productivas, también
se había convertido en América Latina —como el de Kautsky
y Plejanov— en un "dogma revolucionario".
La Revolución Cubana, cuya máxima expresión teórica se
encuentra en los escritos del Che, constituyó precisamente
una rebelión contra esos "dogmas". Contra esas "leyes de la
dialéctica". Contra esa interpretación del "materialismo histórico".
Ese es, probablemente, el sentido de la reflexiónmadura
que Guevara anota nerviosamente en la selva de Bolivia, aquel
26 de julio de 1967.
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Fueron precisamente esos dogmas, materialistas y deterministas,
los que sirvieron para legitimar la cultura política
de la espera quietista y defensiva, antes de tomar el poder, y
los que permitieron oponerse a construir el socialismo anticapitalista
nomercantil, después de tomar el poder. Precaución
y mesura fueron los lemas de ese marxismo momificado.
Subrepticiamente, ese fatalismo continúa presente en quienes
lo siguen acusando por su supuesto "foquismo", su "voluntarismo
ultraizquierdista", su "aventurerismo pequeño
burgués" y otros núcleos ideológicos semejantes. Aun hoy no
se le perdona su herejía irreverente frente a la receta cientificista
de la "materialidad objetiva". Todavía lo quieren domesticar,
los sigue incomodando.
La polémica que Guevara abre frente al determinismo,
desde la filosofía de la praxis, presupone—de ambos bandos—
una diferencia fundamental acerca de las concepciones del
desarrollo social y del carácter de la revolución. No olvidemos
que en su concepción teórico política, sus conceptos filosóficos,
su análisis sociológico, sus métodos de lucha y sus planteos
económicos forman un conjunto orgánico que pretende
—creemos que lo logra— ser coherente. No deja de tener tensiones
pero dentro de un todo coherente.
Cuando el Che y la Revolución Cubana ponen en duda la
concepción etapista que separa en dos las tareas de liberación
nacional y las socialistas, están polemizando no sólo con una
postura política sino también con una concepción filosófica.
Esta última está presente tanto en las discusiones sobre el
carácter de la revolución latinoamericana como en los debates
sobre la transición, la ley del valor y la gestión económica poscapitalista.
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En torno al primero de estos dos problemas, el etapismo
prescribía la necesidad de pasar por una etapa previa a la revolución
socialista, la revolución democrático-burguesa que
en América Latina asumía la forma agraria-antimperialista.
Si la revolución pendiente es democrático burguesa, la clase
que la encabezaría sería la "burguesía nacional". Fue esa la
perspectiva asumida por Victorio Codovilla en 1929 en la Primera
Conferencia Latinoamericana.Mariátegui, frente al etapismo,
sostenía en una editorial de Amauta: "La revolución
latino-americana, será nadamás y nadamenos que una etapa,
una fase de la revoluciónmundial. Será simple y puramente la
revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos,
todos los adjetivos que queráis: 'antiimperialista', 'agrarista',
'nacionalista-revolucionaria'. El socialismo los supone, los antecede,
los abarca a todos".
En los 60, el Che retoma esa tradición olvidada de Mariátegui
(y también de Mella) cuando sostiene que: "Por otra
parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad
de oposición al imperialismo—si alguna vez la tuvieron—
y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que
hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución".
Idéntica postura estaba ya planteada en la Segunda declaración
de La Habana, donde la dirección política de la Revolución
Cubana negaba toda posibilidad de lucha a la burguesía
nacional. Será puntualmente retomada en agosto de 1967 por
la OLAS (Organización latinoamericana de Solidaridad), conferencia
donde participaron revolucionarios de todo el continente,
incluída una numerosa delegación argentina.
La disputa de orden político era, evidentemente, la fundamental.
Pero tenía un correlato en la discusión teórica con el
fatalismomaterialista del DIAMAT, desde el cual se rechazaba
como una "locura" no sólo el planteo de hacer una revolución
socialista de liberación nacional (en un proceso único, sin separar
ambas tareas) sino también el intento de crear un socialismo
anticapitalista nomercantil, en un país subdesarrollado.
Las fuerzas productivas y su lógica implacable no lo permitían,
tal como argumentó Bettelheim, en la polémica sobre el
valor y la transición.
En esa célebre polémica, Bettelheim le reprochaba al Che
no respetar teóricamente la correlación predeterminada de
fuerzas productivas y relaciones de producción. Debe existir
una correspondencia total entre las primeras y las segundas,
según un orden histórico fatal e inmodificable. El Che le responde
que si no se separan mecánicamente la política de la
economía, y si se parte de que en la transición poscapitalista
los hombres pueden dirigir conscientemente los procesos económicos
a través de la planificación socialista, interviniendo
activa y organizadamente en el decurso histórico "objetivo"—
luchando contra el fetichismo de hechos y procesos entendidos
como "naturales"—, es posible que, en determinadas
situaciones, las relaciones de producción esténmás avanzadas
que las fuerzas productivas. Aunque eso "viole" el determinismo
de las leyes de la sociedad. La correspondencia entre
fuerzas y relaciones no es mecánica ni lineal, digan lo que
digan losmanuales. Un país subdesarrollado como Cuba, con
fuerzas productivas atrasadas, igual puede "forzar" lamarcha
y adelantar las relaciones de producción socialistas para incentivar
el desarrollo de las fuerzas productivas.
Pero su postura no era "idealista o voluntarista". Comentando
en 1967 un discurso de Fidel Castro del 28/9/1966,
donde éste último retomaba el énfasis de los estímulosmorales
y cuestionaba a los partidarios del cálculo económico, ErnestMandel
—uno de los economistas que intervino en aquel
debate— sostuvo que: "A nuestro entender, esta posición del
Che Guevara y de Fidel Castro está de acuerdo con la tradición
y la teoría marxista. Los que plantean el postulado absoluto
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del desarrollo previo de las fuerzas productivas, antes de que
pueda expandirse la conciencia socialista, pecan todos de unpensamiento
mecanicista al igual que aquellos que creen
poder suscitar, por medios puramente subjetivos (la educación,
la propaganda, la agitación) idéntica conciencia de manera
inmediata"15.
En la crítica al determinismo de las fuerzas productivas, el
Che sostenía que se puede y se debe forzar la marcha dentro
de lo que objetivamente es posible. Lo que significa que en la
sociedad y la historia hay unidad diferenciada de sujeto-objeto.
El sujeto es activo e interviene con su praxis política planificada
y consciente en el seno de la objetividad social, pero
no crea esa objetividad. Guevara lo tienemuy en claro. Asume
que existe una legalidad objetiva, punto que no discute. Lo
que cuestiona es que su decurso esté rígidamente predeterminado
sin intervención subjetiva, sin que la política
revolucionaria pueda incidir en el proceso económico, como
implícitamente sostenía Bettelheim —no casualmente siguiendo
a Stalin. Para el Che, la legalidad objetiva no es independiente
del accionar subjetivo y, a su vez, la planificación
tampoco puede desconocer la situación objetiva de la economía
y las relaciones sociales. Ni la revolución es un producto
automático del choque mecánico entre fuerzas productivas y
relaciones de producción, ni el socialismo es el final feliz de
una evolución lineal y ascendente.
Un socialismo no colonizado
Aquella filosofía universal de la historia, fatal e implacable,
sustentada en una ideología productivista, materialista y determinista—
base ideológica del etapismo—, estaba construída
desde una lectura sesgada de los escritos de Marx.
15 Cfr.Ernest Mandel: "El debate económico en Cuba durante el período 1963-1964". Publicado en Partisans
[París] N°37, 1967. Recopilado en El socialismo y el hombre nuevo, Obra citada, p. 252 y,más recientemente,
en Che Guevara [y otros]: El gran debate. Sobre la economía en Cuba. Australia, Ocean Press,
2003.
Desde ese paradigma, la vulgata acrítica y dogmática festejó
y justificó los trabajos y artículos deMarx sobre Bolívar y
sobre la colonización de la India (supuestamente reprobable
en el ordenmoral, pero absolutamente justificable en el orden
del imparable progreso histórico). Hizo lo mismo con artículos
de Engels sobre los "pueblos sin historia" y sobre la conquista
yanqui de México. La historia humana era concebida
en realidad como una teodicea, donde el Dios era “el progreso”.
Ese progreso ineluctable de las fuerzas productivas, lineal
y ascendente, sólo se podía condenar éticamente, pero constituía
una férrea necesidad objetiva y material. Aunque costara
matanzas de millones y otros sojuzgamientos varios.
La historia de la humanidad se visualizaba y relataba desde
la eficacia y el triunfo, no desde los oprimidos. Era una "historia
desde arriba", a pesar de las proclamas y consignas. Supuestamente,
tenían razón quienes de hecho habían ganado
las batallas históricas. Si vencieron, sólo era posible su victoria
e imposible "objetivamente" su derrota, sentenciaba con una
legitimante verdad de perogrullo esta filosofía. Los derrotados
y oprimidos, cuando no tenían "un programa objetivo" para el
desarrollo de las fuerzas productivas caían fuera de la racionalidad
histórica.
Esa visión unilateral sobre elmarxismo desconoció los trabajosmaduros
deMarx. Aquellos dondeMarx reexamina esas
primeras apreciaciones, cambiando notablemente su mirada
y su anterior paradigma. Sugestivamente, esos trabajos no
aparecen en los manuales de marxismo —ni en los que conoció
el Che ni tampoco en los posteriores—. Tampoco figuran
en los cursos de formación política para los jóvenesmilitantes.
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No es probable que el Che conociera detalladamente todos
esos trabajos del último Marx, pues algunos de ellos ni siquiera
estaban editados en español en la década de los sesenta.
Por eso mismo, resulta sumamente valiosa su lectura
crítica hacia las recaídas europeístas deMarx o Engels. Sobre
todo cuando sostuvo que: "A Marx como pensador, como investigador
de las doctrinas sociales y del sistema capitalista
que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones.
Nosotros, los latinoamericanos podemos, por
ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar,
o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos,
dando por sentadas incluso ciertas teorías de las razas o de las
nacionalidades inadmisibles hoy"16. No olvidemos tampoco
que junto a esta observación, el Che defiende la cientificidad
de los descubrimientos deMarx, otorgándoles idéntico status
histórico que a los de Newton o Einstein.
En su horizonte, el socialismo marxista no es sólo teoría
universal sino también asunción específica de la problemática
mundial desde una perspectiva no colonizada: la de una
revolución anticapitalista del tercermundo occidental. Consecuentemente
internacionalista con la revolución mundial —
su corta y afiebrada vida resulta la mejor demostración de
ello—, el Che no se confundía. No era habitante de Hamburgo
o París, sino de América Latina. Su patria era América. Allí se
asentaba su proyecto comunista.
La gran tarea consiste en pensar y hacer la historia desde
abajo, desde los derrotados y oprimidos, desde los que nunca
tuvieron voz —aunque quizás tampoco hayan tenido un "programa
objetivo". Comprender y hacer la historia desde nuestra
América.
16 Cfr.Che Guevara: "Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana". En Obras. La Habana,
Casa de las Américas, 1970. Tomo II.pp. 93-94. (Reeditado por Editorial de Ciencias Sociales en 1991).
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Esa mirada latinoamericana, desde la cual se acerca al
marxismo y lo asume como su concepción delmundo, lo lleva
a concluir, por ejemplo, en una conferencia a los miembros
del departamento de seguridad del Estado cubano, con la siguiente
recomendación (tan vigente para nosotros, revolucionarios
argentinos): "Como moraleja, digamos de esta charla,
queda el que ustedes deben estudiarmás a Latinoamérica; yo
he notado en general que hoy por hoy conocemos en Cuba
más de cualquier lugar del mundo quizás que de Latinoamérica,
y eso es falso. Estudiando a Latinoamérica aprendemos
también un poquito a conocernos, a acercarnos más, y conocemos
mejor nuestras relaciones y nuestra historia"17.
El latinoamericanismo del Che no es entonces unamuestra
de folklore o liturgia populista. Ni tampoco una búsqueda turística
del exotismo "típico", tan bastardeado en los tours del
imperio. Tiene su raíz en una mirada crítica del marxismo —
prolongada, incluso, hasta los mismos textos de Marx y
Engels—, cuestionadora de lametafísicamaterialista del DIAMAT,
etapista y productivista, y se expresa consecuentemente
en su pensamiento económico y en su práctica política. En la
reflexión, pero también en la acción.
Fijémonos sino en el terreno que eligió estratégicamente
para desarrollar su lucha guerrillera: la SierraMaestra, las colonias
africanas del Congo y Bolivia. Y también en varias de
sus intervenciones teóricas. Por ejemplo, en su Discurso de
Argel: "La lucha antiimperialista no tiene fronteras", donde
denuncia públicamente—comomiembro del Estado cubano—
el intercambio desigual que las potencias del Este imponían a
sus socios menores del Tercer Mundo (denuncia retomada
abiertamente por Fidel Castro en su discurso del 23/8/1968).
También en el "Mensaje a la Tricontinental", el Che expresa
claramente su estrategia mundial centrada en los pueblos de
17 Cfr.Che Guevara: "La influencia de la Revolución Cubana en la América Latina". En Obras. Tomo II.
p. 492.
América, África y Asia entendidos ahora, no como la barbarie
que aun no ha llegado al estadio de la civilización moderna
centroeuropea, sino como "el campo fundamental de la explotación
del imperialismo". Un descentramiento epistemológico
que para nosotros no debería pasar desapercibido.
De ahí su llamado a "crear en América Latina el segundo o
tercer Vietnam del mundo". En este último escrito, luego de
cuestionar a la URSS y a China "por la guerra de denuestos y
zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes
de las dosmás grandes potencias del campo socialista",
el Che se preguntaba: “¿Está o no aislado el Vietnam, haciendo
equilibrios peligrosos entre las dos potencias en
pugna?”.
No olvidemos que la vulgata sustentada en una interpretación
unilateral de El Manifiesto Comunista ubicaba siempre
en el proletariado europeo —"la civilización"— el eje y el centro
de la revolución mundial, desconociendo lo que desde
Lenin hasta hoy se produjo en el resto delmundo—"la barbarie".
Desde ese paradigma, superado ya por el propio Marx,
resulta imcomprensible su consigna estratégica: "Crear dos,
tres, muchos Vietnam". Esta última no es una mera invocación
propagandista sino una lógica consecuencia de su lectura
crítica y descolonizada del marxismo, realizada desde el Tercer
Mundo y desde América Latina.
Esa misma actitud, irreverente frente a la caricatura dogmática,
lo lleva también a criticar regiones teóricasmás alejadas
de la práctica política pero nomenos fundamentales para
el hombre nuevo, como la estética. Allí Guevara pone en discusión
la doctrina artística oficial del "realismo socialista" por
constituir un "dogmatismo exagerado" y por reducir el presente
socialista a un pasadomuerto del siglo XIX impidiendo
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cualquier investigación artística18. TambiénMariátegui había
abierto la puerta permitiendo y alentando una contaminación
y entrecruzamiento productivo entre el pensamiento deMarx
y las vanguardias artísticas de la década del 20.
Lamirada crítica, tanto al DIAMAT como al realismo socialista
se extiende entonces a toda la vulgata litúrgica de losmanuales
que han ocupado en su opinión el lugar de la "Biblia"
como texto sagrado e incuestionable. Guevara ironiza sobre
esta dogmatización del pensamiento teórico diciendo que "por
desgracia La Biblia no es El Capital sino el Manual".
Las "deformaciones" del socialismo vislumbradas en sus
escritos y discursos décadas antes de la caída delMuro de Berlín
se producen según su diagnóstico "porque existe una crisis
de teoría y la crisis teórica se produce por haber olvidado la
existencia de Marx". Esa crisis de teoría que él encontró dramáticamente
consolidada en el marxismo "oficial" de su
tiempo presuponía también el haber perdido el rumbo y no
poder utilizar las herramientas que nos legó Marx para un
análisis desde nuestras propias realidades y necesidades. El
esquema logicista y apriorista universal no lo permitían. Estaba
prohibido de antemano. Toda creación era sospechosa,
sólo quedaba copiar y repetir, deducir y aplicar. He ahí uno
de los índices claves de la "crisis de teoría" que denuncia el
Che.
Moral comunista y hombre nuevo
Rompiendo definitivamente con la visión materialista vulgar
tan presente en pretendidos custodios de "la ortodoxia",
que interpreta el marxismo como una ideología moderniza-
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18 Cfr."El socialismo y el hombre en Cuba". Obra Citada. p. 13.Sánchez Vázquez ha intentado mostrar
como este cuestionamiento explícito al realismo socialista estaba en perfecta coherencia con su concepción
humanista y praxiológica delmarxismo. Cfr. Sánchez Vázquez: "El Che y el arte". En Casa de las Américas
N°169, año XXIX, julio-agosto de 1988. p.123-128 y también "El socialismo y el Che". En Casa de las
Américas N°46, octubre de 1967.
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dora unilateralmente asentada en las fuerzas productivas y la
producciónmaterial, Guevara considera que "Marx se preocupaba
tanto de los factores económicos como de su repercusión
en en el espíritu. Llamaba a esto 'hecho de conciencia'. Si el
comunismo se desinteresa de los hechos de conciencia, podrá
ser un método de distribución, pero no será jamás una moral
revolucionaria"19.
En ningún momento el Che aceptaba la habitual visión dicotómica
que confundía la célebre metáfora edilicia ("estructura-
superestructura") del prólogo de 1859 a la Contribución
a la crítica de la economía pólítica con una explicación acabada
de la totalidad social, recluyendo la conciencia y lamoral
al mero reflejo de la estructura productiva. Esa visión dicotómica,
ingenuamente "productivista", conducía en el período
de la transición socialista—cuando se discutían las vías estratégicas
para llegar al comunismo— a consecuencias trágicas
para los revolucionarios anticapitalistas. El evidente desprecio
con que los regímenes burocráticos del Este trataron los problemas
de la moral revolucionaria y los de la hegemonía le
otorgan retrospectivamente la razón a Guevara.
Fue precisamente Antonio Gramsci quienmás se preocupó
por el evidente retraso en el desarrollo de las llamadas "superestructuras"
durante la transición socialista. Esta preocupación
común entre Guevara y Gramsci —aun reconociendo
el vocabulario menos rico y más simple que el argentino
empleaba en comparación con el del italiano— se puede encontrar
en el énfasis que el primero puso en el desarrollo del
comunismo como una nueva moral y una nueva manera, no
sólo de distribuir la riqueza social, sino también de vivir, y en
el tratamiento gramsciano de la revolución socialista como
una gran reforma intelectual y moral que “eleve a las almas
19 Cfr.Guevara: "El comunismo debe ser también una moral revolucionaria". Entrevista concedida a
Express. Obra Citada. p. 243.
simples” y construya—junto a las transformaciones económicas
y políticas— una nueva hegemonía y una nueva cultura.
Un proyecto todavía por realizar.
En tiempos como los nuestros, cuando la guerra entre los
poderosos y los revolucionarios ha tomado como terreno de
disputa a la cultura, la perspicacia de aquellas advertencias
iniciales de Gramsci y del Che se han vuelto más actuales que
nunca. Sin atender en primer lugar a los problemas de la
ideología, los valores y la cultura jamás habrá socialismo. El
régimen capitalista ejerce mediante sus complejos de industria
cultural un bombardeo sistemático sobre las conciencias,
que no por grosero se torna menos efectivo. Hay que convencer
a todos y en todo momento que el socialismo es a lo sumo
una bella idea pero absolutamente impracticable. El único
modo posible de vivir es el de Hollywood, McDonald´s y
Beverly Hills. Más allá esta "el enemigo", aquellos "chicos
malos" contra los cuales peleaba el Pato Donald hace 30 años
en las historietas de Disney.
Para Guevara, los problemas de la cultura, estrechamente
ligados con los de la conciencia, no son unmero reflejo pasivo
y secundario de la producción material ni un apéndice subsidiario
de la "locomotora económica" de las fuerzas productivas.
Por el contrario, los problemas de la nueva cultura, de los
nuevos valores, de una nueva hegemonía y en definitiva, de
una nueva subjetividad histórica—que eso y no otra cosa es su
"hombre nuevo"—son esenciales para la construcción de una
sociedad cualitativamente distinta a la mercantil capitalista.
El Che, que probablemente ni se haya imaginado la fragilidad
y rapidez con que desapareció el mundo y las potencias
del Este, no se había equivocado al señalar los peligros. No
ahora que están a la vista sino en losmomentos de "auge económico"
y triunfalismo político. Había que ver lejos y él lo
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hizo. No por genialidad sino porque había utilizado las herramientasmetodológicas
delmarxismo demanera creadora, sin
los moldes de la cristalización mental.
Su apasionado rescate del Marx humanista que prioriza el
tratamiento de los "hechos de conciencia", junto a la consideración
de los procesos productivos, está basado en la lectura
de los Manuscritos de 1844. Si bien es cierto que la corriente
historicista de la praxis rechazaba todo humanismo especulativo
de corte existencialista, tomista o neokantiano, al
mismo tiempo rescataba junto a la construcción científica de
El Capital, el análisis humanista del Marx juvenil.
Refiriéndose a los Manuscritos, sostiene Guevara que "incluso
en su lenguaje el peso de las ideas filosóficas que contribuyeron
a su formación se notabamucho, y sus ideas sobre la
economía eranmás imprecisas. No obstanteMarx estaba en la
plenitud de su vida, ya había abrazado la causa de los humildes
y la explicaba filosóficamente, aunque sin el rigor científico
de El Capital"20. Es decir que en su óptica la problemática
filosófica del joven Marx carece del instrumental científico
que aportará la investigación de El Capital, pero delinea ya la
dirección en la que semoverá su pensamientomaduro. Agregaba
entonces que en los Manuscritos Marx "... pensaba más
como filósofo y, por tanto, se refería más concretamente al
hombre como individuo humano y a los problemas de su liberación
como ser social".
Si esta es la visión global de Guevara sobre el joven Marx,
no cambiará su óptica cuando se refiera a la madurez y a su
elaboracióin científica: "En El CapitalMarx se presenta como
el economista científico que analizaminuciosamente el carác-
20 Cfr.Guevara: "Sobre el sistema presupuestario de financiamiento". En El socialismo y el hombre nuevo.
Obra citada. p. 270. Véase, en el mismo sentido, la exposición del Che en el Ministerio de Industrias correspondiente
al 21/XII/1963, fragmento reproducido como bibliografía seleccionada bajo el título “Sobre
la conciencia comunista y el trabajo voluntario” en nuestra Introducción al PensamientoMarxista. Bs.As.,
La Rosa Blindada, 2003.
ter transitorio de las épocas sociales y su identificación con
las relaciones de producción". Una vez caracterizado el corpus
teórico de la madurez como "científico" Guevara insiste en
diferenciarse de las lecturas neopositivistas delmarxismo afirmando
que "...el peso de este monumento de la inteligencia
humana es tal que nos ha hecho olvidar frecuentemente el carácter
humanista (en elmejor sentido de la palabra) de sus
inquietudes. Lamecánica de las relaciones de producción y su
consecuencia; la lucha de clases oculta en cierta medida el
hecho objetivo de que son los hombres los que se mueven en
el ambiente histórico". Aquí está conjugado y resumido el eje
que explica la acusación que Louis Althusser le dirige en Para
leer El Capital. Sí, Althusser sabía de qué se trataba.
¿Portadores y soportes
o sujetos de la historia?
Guevara inferirá entonces que "el hombre es el actor
conciente de la historia. Sin esta conciencia, que engloba la de
su ser social, no puede haber comunismo". Aquí debemos recalcar
dos núcleos conceptuales regularmente presentes en
los escritos guevaristas: (a) El énfasis depositado en la conciencia
y (b) La postulación de que son los hombres quienes
hacen la historia.
Con respecto a la conciencia, Guevara insistirá permanentemente
en su importancia estratégica. De ahí su preocupación
central por los incentivos morales y por el trabajo
voluntario, que son los que apuntan a su desarrollo. Así se
comprende, también, su rechazo a utilizar "las armas melladas
del capitalismo" como las palancas del interés material
sobre todo individual , el consumismo y la competencia, en el
período específicamente histórico del tránsito del capitalismo
al socialismo. En su opinión, estos mecanismos terminarán a
la larga por corroer desde dentro el sistema socialista (como
56
ya le estaba sucediendo en su opinión a Yugoslavia y Polonia
en los 60) y como posteriormente pudimos advertir con el bochornoso
derrumbe de los años 90.
Con respecto a la segunda hipótesis, según la cual "los hombres
son los que hacen la historia", está obviamente enfrentada
a las tesis de Althusser quien critica a Gramsci por
sostener exactamente el mismo planteo21 . Para Althusser, la
teoría social no puede reposar en el concepto teórico de "los
hombres" o del sujeto, pues eso equivaldría a idealismo. Las
versiones menos refinadas de los antiguos manuales soviéticos
y sus recurrentes análisis economicistas y catastrofistas
se asientan en lamismamatriz teórica: la contradicción entre
fuerzas productivas y relaciones de producción operaría independientemente
de la voluntad y conciencia de los hombres,
quienes sólo serían un resultado de una mecánica "objetiva",
el verdadero "motor de la historia", análogo a la astucia de la
razón hegeliana. En el reconocimiento de esa "objetividad"—
almargen de la praxis y de la lucha de clases—residiría justamente,
el materialismo y la cientificidad de esta teoría.
Polemizando una vezmás con esa visión tradicional y "oficial"
del marxismo, Guevara le darámáxima importancia a la
conciencia y a la política, tanto en sus teorizaciones sobre la
construcción de una fuerza revolucionaria en el período de
lucha previo a la revolución, como en sus teorías económicas
y de gestión para el período posrevolucionario. El capitalismo
nunca se derrumbará, hay que derrocarlo. Una vez derrocado,
hay que seguir luchando ininterrumpidamente contra su herencia.
Herencia que no siempre está afuera sino también
dentro de todos nosotros.
La teoría del valor, elmercado y el plan
La contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de
producción no es mecánica. La objetividad de su correspon-
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21 Cfr. Louis Althusser: Para leer El Capital. Obra Citada. p. 131.
dencia nunca opera automáticamente sino que depende de la
lucha de clases y de las relaciones de fuerzas. Las fuerzas productivas
no necesariamente tienen que arrastrar como una
locomotora a los vagones de las relaciones de producción. En
el período de transición al socialismo, los revolucionarios
pueden, desde la política y el poder, dirigir la economía planificadamente
acelerando o desacelerando e interviniendo activamente
en el devenir, sin ocupar el papel de espectadores
pasivos ante un proceso natural. No es de revolucionarios el
sentarse a esperar que pase el cadáver del imperialismo por la
puerta de casa ni que a continuación caiga "naturalmente" el
socialismo en nuestrasmanos, como si se tratara de una fruta
madura. Sin praxis, la objetividad es ciega. Esa intervención
en la transición se realizaría, según el Che, a través del plan
cuya teorización está en estrecha conexión con su marxismo
praxiológico y activista.
Su lectura precisa y minuciosa de los escritos marxianos le
permitirá construir un sistema teórico "científico y no apologético",
destinado a explicar los procesos históricos de transición,
en el plano de la gestión económica. De esta manera su
concepción general acerca de la historia, la sociedad y el hombre,
cobran cuerpo en la problemática precisa de la economía
política.
El Che no se conforma, únicamente, con el tratamiento de
las grandes cuestiones filosóficas, sin “ensuciarse” con el descenso
a los problemas prácticos de la transición. Fue un pensador
político pero también un estratega y un táctico.
Retomando una vieja tradición de los clásicos del marxismo,
Guevara reubica los principales problemas de la filosofía
(la libertad, el determinismo, la conciencia, la alienación,
el trabajo, el tiempo libre, inclusive hasta el arte y la estética)
en una estrecha relación con la política, la economía y la his-
58
toria. Su argumentación en la célebre polémica de los años
1963-1964 se apoya en esa articulación.
Aparentemente surgida por problemas de economía práctica
(el papel de los costos de producción) la polémica puso
en el tapete cuestiones más generales como los de la política
económica (en la que está inserta la economía práctica), sustentadas
a su vez en teorías de economía política (la fundamental
en discusión fue la ley del valor y su papel en la
transición al socialismo) que se inscriben en problemáticas
más abarcativas como las del materialismo histórico (focalizada
en la relación de fuerzas productivas y relaciones sociales
de producción en una revolución del Tercer Mundo subdesarrollado).
El Che expuso su propia concepción acerca del mejor sistema
de dirección económica en la transición socialista en
forma polémica. Reconociendo, en primer lugar, queMarx no
había previsto un período de transición en un país subdesarrollado
y, en segundo lugar, que no existía hasta ese momento
una teoría marxista sistemática de la transición (los
aportes realizados por Marx, Engels y Lenin no alcanzaban);
Guevara propuso el Sistema Presupuestario de Financiamiento
(SPF). Éste estaba centrado en la planificación racional
y regulación a priori de la producción y distribución social,
el antiburocratismo y la separación entre el partido y la administración
económica. También se apoyaba en la negación de
la autonomía financiera de las empresas y del predominio del
estímulo mercantil material.
Cuestionando al comandante AlbertoMora (quien sostenía
que "... el valor es la relación entre los limitados recursos disponibles
y las crecientes necesidades del hombre") y al profesor
Charles Bettelheim, el Che defendió una concepción
historicista del valor. Para él esta categoría no remite a las ne-
59
60
cesidades humanas (el capitalista no produce para satisfacer
necesidades, sino para valorizar el capital produciendo plusvalor)
ni a las fuerzas productivas o a la naturaleza, sino al trabajo
abstracto inserto en relaciones sociales de producción
históricamente específicas del modo de producción capitalista,
y por lo tanto, no válido para la transición al socialismo.
Valor, trabajo abstracto y fetiche constituyen una trilogía absolutamente
inseparable.
Para él, "Marx identifica la idea de valor con la de trabajo
abstracto" y si en la transición rigiera esta ley, "...tendríamos
que empezar a estudiar minuciosamente los puntos flojos
para tratar de tomar medidas prácticas, a posteriori nuevamente,
y corregir la situación por tanteos sucesivos".
El valor, entonces, implica regulación, control y equilibrio
a posteriori y por tanteos,mientras que el plan presupone regulación,
control y equilibrio apriori, es decir, dirigidos consciente
y racionalmente22. En la teoría marxista del valor, los
términos "a priori" y "a posteriori" remiten a la secuencia respectivamente
anterior o posterior a la producción y el intercambio,
según la cual se distribuye el trabajo social global de
una sociedad. Si la distribución es posterior, no se puede controlar
—la economía marcha entonces en forma automática,
como si tuviera vida propia; "de manera fetichista", escribe
Marx en El Capital— y se desperdicia trabajo social. De manera
que, según Guevara, esa regulación a posteriori y por tanteos
que es el mercado, conduce de nuevo al capitalismo. De
ahí que postulara la relación entre mercado y plan como contradictoria
y antagónica.
22 Como parte de esa regulación apriori se encuentran los precios. Éstos no debían convertirse en la transición
socialista simplemente en la expresión monetaria del valor de las mercancías. Por el contrario, el
Che pensaba que la planificación racional podía modificarlos para privilegiar determinadas ramas productivas
sobre otras —en función de las necesidades sociales—, violando la ley del valor, aunque siempre
teniendo en cuenta los equilibrios globales. Uno de sus colaboradores en el Ministerio de Industrias nos
contaba: “Al respecto el Che tenía un chiste sumamente ilustrativo: cuando todo elmundo fuera comunista
habría que mantener capitalista a Andorra... para así saber cuáles eran los precios reales”. Conversación
[no grabada] con Enrique Oltuski. La Habana, 11/II/1999.
61
El plan es concebido por él como la acción de la voluntad
del hombre que consientemente elabora, realiza y controla la
producción, la distribución del trabajo en las distintas ramas
y la relación entre acumulación y consumo, con vistas al más
eficaz resultado de reproducción social de las relaciones socialistas.
Toda su artillería teórica la enfoca contra el llamado
"socialismo demercado", basado en la autogestión financiera
y el estímulo material individual con las consecuentes pérdidas
de conciencia social. Paradójicamente, a pesar del evidente
fracaso en ese sentido de la URSS, hoy este "socialismo
con mercado" es reivindicado como bandera de “renovación
antidogmática” del marxismo por importantes sectores de la
intelectualidad progresista.
Se identifica falsamente planificación con stalinismo, de
donde se deduce que el mercado —y el valor que lo rige— se
tornan categorías ahistóricas, eternas e insuperables. Un proyecto
sumamente endeble, al menos desde la epistemología
crítica y desde los valores revolucionarios.
Este tipo de "socialismo" ya se aplicaba experimentalmente
en aquella época en Polonia, Yugoslavia y en las reformas económicas
en la URSS. Las críticas que el Che Guevara desarrolla
públicamente—más de dos décadas antes de la estrepitosa
caída del Muro de Berlín— a este tipo de "socialismo" y a las
consecuencias a las que conducía (claramente identificables
hoy en día) son, quizá, una de las piezas claves que nos permiten
aprehender el pensamiento de este revolucionario argentino
como una auténtica alternativa teórico-política al sistema
euro-oriental.
Como los partidarios del mercado se apoyaban en el Lenin
de la NEP (Nueva Política Económica), Guevara sostuvo: "El
Lenin de los años 20 es tan sólo una pequeña parte de Lenin,
porque Lenin vivió mucho tiempo y estudió mucho. Una vez
me atreví a decir que había tres Lenin, ahora hay quien dice
62
que no serían tres sino dos. Es un hecho que entre el Lenin de
El Estado y la revolución y de El imperialismo, etapa superior
del capitalismo y el Lenin de la NEP hay un abismo"23.
En su opinión, Lenin era un político y por lo tanto debía hacer
concesiones. La NEP era una de ellas, aunque los partidarios
del "cálculo económico" la tomaran como una salida estratégica,
como unmodelo ideal, abstrayéndola de la situación histórica
en la que se produjo.
El "Sistema Presupuestario de Financiamiento" expuesto
por Guevara se oponía al sistema de la "autogestión financiera
de las empresas" o "cálculo económico", tal como se practicaba
en la época en Yugoslavia, Polonia y parcialmente en la
URSS. Este último sistema era defendido teóricamente por
Charles Bettelheim y postulaba, retomando la tradición de
Stalin, la vigencia delmercado, el dinero y la ley del valor, aún
en el período de construcción del socialismo.
Los planteos económicos del Che estaban en consonancia
con su humanismo teórico pues, en su óptica, la ley del valor
implicaba el sometimiento y la dirección de "un frío ordenamiento
y un cordón umbilical invisible" que unía el mercado
al hombre enajenado. Este último, subjetividad disciplinada y
heterónoma, ve regida su vida por las leyes de capitalismo que
son ciegas para el común de la gente y que constituyen una
verdadera "jaula invisible"24, donde efectivamente los hombres
dejan de ser sujetos activos para transformarse en simples
efectos de procesos que se han vuelto autónomos y que no
controlan. Padre de la criatura, el hombre termina convirtiéndose
en su hijo. Frankestein escapa al control y asume el
timón. El mercado y el valor no aceptan compartir el mando.
A la larga, terminan dirigiendo sólo ellos.
23 En El socialismo y el hombre nuevo. Obra Citada. p. 71. Véase la exposición del Che en elMinisterio de
Industrias correspondiente al 5/XII/1964, fragmento reproducido como bibliografía seleccionada bajo el
título “Polémicas en un viaje a Moscú” en nuestra Introducción al Pensamiento Marxista. Obra citada.
24 Cfr. Ernesto Guevara: "El socialismo y el hombre en Cuba". pp. 6 y 12.
Esta jaula invisible de las leyesmercantiles presupone altas
cuotas de irracionalidad, fetichismo y alienación. Por eso la
importancia que él le otorga a la lucha por ir eliminándolas,
para poder someter el proceso de producción e intercambio
al control racional y consiente de los seres humanos, quienes
realizando el trabajo por resolución interna y no por "necesidad
de venderse comomercancías", crean la posibilidad de liberarse
de la enajenación. La gran apuesta del socialismo debe
ser desalienante y liberadora.
Utópico y peligroso
Cuatro años más tarde, en 1968 —con el Che ya asesinado
en Bolivia—, Charles Bettelheimvuelve a la carga con la polémica.
En esta nueva ocasión, la discusión teórica lo enfrentó
con el economista de la izquierda norteamericana Paul
Sweezy, célebre fundador y director de la revista marxista
Monthly Review. En esa oportunidad, el profesor francés volvió
a insistir con lasmismas tesis que le opuso al Che en el debate
económico de La Habana. Pero esta vez agregó algo
nuevo. Desarrolló, ahora en forma explícita, las acusaciones
hasta entonces elípticas contra Guevara que Louis Althusser
había sugerido, por lo bajo, en Para leer El Capital.
En ese nuevo debate de 1968, Bettelheim– ya por entonces
partidario de la revolución cultural china, en la singular óptica
que tenían de ella los círculos del PC francés cercanos al althusserianismo—,
sostenía que “los discursos de Fidel y los
escritos del Che” expresan “una fracción radicalizada de la pequeño
burguesía”. Ambos son “utópicos y peligrosos”. La
lucha por la desaparición de las relacionesmercantiles y el dinero
en el socialismo es “un mito”. Toda la operación teórica
de oponer la planificación al mercado conduce, inexorablemente,
a “efectos de oscurecimiento ideológico”25.
63
25 Cfr. Charles Bettelheim: “Respuesta a Paul Sweezy”, [15/XII/1968]. En Paul M. Sweezy y Charles Bettelheim:
Algunos problemas actuales del socialismo. Madrid, Siglo XXI, 1973. pp. 28-35.
64
Este abanico de impugnaciones, realizado no por un principiante
exaltado que recién se inicia sino por un profesormaduro
que había alcanzado alto vuelo en el dominio de la teoría
marxista, expresa hasta qué punto, aun después de la muerte
del Che, su humanismo historicista no podía ser digerido por
la petrificación de la ortodoxia.
Su actividad política y la reflexión teórica que la fundamentó
se habían convertido en una herejía “utópica”. El
marxismo revolucionario de Ernesto Guevara continuaba
incomodando a la cultura de la izquierda establecida. Su pensamiento
radical resultaba demasiado “peligroso” e inclasificable.
Seguía siendo un subversivo.
LA

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