martes, 12 de abril de 2011

LIBROS: CHE( 7) y Vargas Llosa (h)

LAS TARDES DE VARGAS LLOSA JUNIOR
Y EL CHE GUEVARA
Un hijo de un conocido escritor peruano, es decir, un portador
de apellido, Álvaro Vargas Llosa (en adelante Junior)
acaba de publicar en el periódico norteamericano The New
Republic un libelo contra el Che Guevara4 . Circuló por todo
el mundo. En Argentina lo levantó el diario La Nación, la derecha
de la derechamás tradicional. En España lomismo hizo
el suplemento "Domingo" de El País (cara progresista de la
derecha o derecha del progresismo, ya cuesta distinguirlos).
En Internet numerosos sitios, principalmente de derecha, lo
han reproducido y difundido.
Portando como muleta el apellido de su padre, el autor se
hizo conocido por un pasquín digno de infradotados titulado,
cual si fuera literatura autobiográfica, Manual del perfecto
idiota latinoamericano. Superficial, desinformado, pretendidamente
“provocador”, muy a tono con las —¿ideas?— de los
grandes banqueros y promocionado mediáticamente hasta el
hartazgo. En suma: un típico producto de la ideología neoliberal.
El artículo sobre el Che repite el esquema como un calco
sólo que, afortunadamente para el lector, en un tamaño
menor. A pesar de su cinismo, el autor conserva algo de piedad,
debemos reconocerlo.
¿Vale la pena responder estos pasquines, donde semezclan
tergiversaciones históricas, manipulación política, axiomas
comunes de la extrema derecha y filosofía de sala de espera
de peluquería o de dentista? Tengomis serias dudas. Algunos
amigos, a los que respeto y aprecio, me siguen insistiendo,
pero yo conservo mis dudas.
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4 El panfletito fue originalmente publicado en inglés por la revista The NewRepublic bajo el titulo de “The
KillingMachine: Che Guevara, from Communist Firebrand to Capitalist Brand”, en sus ediciones del 11 y
18 de julio de 2005. Nuestra respuesta fue redactada en Buenos Aires, el 3 de agosto de 2005.
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¿Por qué atacan de nuevo al Che?
Primera pregunta que me surge. ¿Por qué de nuevo contra
el Che? Primera respuesta. Les sigue molestando, sino, no se
tomarían el trabajo. Los sigue incomodando. Cuando la mediocridad
ha entrado en crisis junto con la ideología neoliberal
que la promovió en los años 90, el ejemplo del Che se extiende
cada vez más. ¡Qué ilusos si pretenden conjurarlo con un par
de insultos y tres o cuatros manipulaciones históricas!
Uno de los supuestos motivos que impulsan a Junior a
encabezar su cruzada contra el Che se origina en la película
Diarios demotocicleta (dirigida porWalter Salles y producida
por Robert Redford), pero su rabieta tiene un alcancemayor5.
Con sabor amargo en la boca, reconoce que: “Las manifestaciones
del nuevo culto al Che están en todos lados”. Como eso
lo incomoda, a continuación, derrochando elitismo, agrega:
“Una vez más, el mito provoca el entusiasmo de gente cuyas
causas, en su mayoría, representan exactamente lo opuesto a
lo que era Guevara” para terminar rematando, como
novio despechado, que: “...cuán engañados están tantos
de nuestros contemporáneos con respecto a tantas cosas”.
Hasta aquí, Junior no aporta ninguna novedad a las quejas
seniles de esos “demócratas” que el pueblo, dándoles la espalda,
no reconoce como tales.
5 Casi tan sofocada como Junior por la aceptación popular que tuvo el film Diarios de motocicleta está la
celebérrima y nunca suficientemente ponderada escritora Zoé Valdés, quien en su notita “Las locas y el
Che” lo describe como un “guerrillero y terrorista” utilizando el típico lenguaje de cualquiera de nuestros
militares, losmás fachos. ¡No iba a sermenos! Esta escritora elegante, culta y exquisita como pocas—casi,
casi, casi parangonable por su sabiduría a Junior— dice estar muy preocupada por la persecución a homosexuales
y lesbianas, pero curiosamente nunca he leído una sola línea suya ni una sola declaración solidaria
en defensa de las compañeras travestis o prostitutas que en Argentina tortura la policía o encarcela
el gobierno “progresista” de Kirchner por oponerse al código de convivencia urbana y al código contravencional.
Más simpático aún resulta su defensa de lasminorías en un escrito donde se le escapa una incomprensible
y bochornosa nota despectiva contra los “negociantes judíos” [sic] de París. ¡Qué amplitud de
miras! ¡Qué pluralismo tolerante!
La notita de Zoé no tiene la pretensión del libelo de Junior. El inmenso aparato de propaganda del sistema
realiza una división del trabajo. A cada cual lo suyo. Si Junior posa de politicólogo, a ella le toca la república
de las letras. Y desde ese ángulo apuntala la misma leyenda truculenta del Che fusilador. ¡Pero ella es cubana!
Aunque quiera olvidarse o renegar de ese pasado, no puede con su genio. Entonces elabora una divertidísima
y colorida pintura del despiadado Guevara. En la caricatura de la Guerra Fría que nos propone
Zoé Valdés sobre el Che (típica de esas series norteamericanas que en Argentina veíamos durante la infancia
los sábados a la tarde) el malo ya no es un frío y calculador asesino sino un apasionado latino que
descarga el peine de su pistola en un iracundo y desenfrenado ataque de enojo.
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Entonces Junior agrega un balance global, con indisimulable
desprecio por los millones de jóvenes que hoy quieren y
admiran al Che en todo el planeta: “Es habitual entre los seguidores
de una secta no conocer la historia real de la vida de
su héroe, la verdad histórica”. ¿La verdad histórica? Pero si
de eso se trata, precisamente. Si hay algo que Junior no conoce
es la vida histórica real y el pensamiento real del Che.
La rebeldía hecha imagen
Pasando de las quejas seniles, formuladas en abstracto, a
las supuestas impugnaciones particulares, Júnior arremete de
entrada contra la proliferación de la imagen del Che. Haciendo
gala de un pensamiento dicotómico, esquemático,más
propenso al golpe de efecto que a un razonamiento meditado
sobre el pulso de las contradicciones actuales (nada nuevo por
cierto, dada la aridez intelectual que nos ofrece la derecha
contemporánea si la comparamos con pensadores clásicos,
que han sido críticos del marxismo pero al menos con altura
y erudición), Junior señala que el Che se ha difundido en millones
de imágenes. Muchas veces esas imágenes no escapan
al lucro mercantil. Junior se topa con una contradicción y se
detiene frente a ella. No avanza ni penetra. Se paraliza. Se limita,
dejando caer sumentón y abriendo la boca con sorpresa,
a señalarla con el dedo. Cree haber descubierto algo nuevo.
En realidad se tropieza con algo ya conocido y analizado en
numerosos lugares.
Después de todo los estereotipos de la Guerra Fría deben aggionarse cuando se los ubica en una pintura
caribeña, aun cuando la autora sea una cubana con simpatías por Miami como es el triste caso de Zoé
Valdés.
Y ya que estamos en una nota al pie, permítasenos una pequeña digresión, de esas que tanto le gustan a
Zoé... Al recorrer su notita contra el Che Guevara me divierte leer el refinamiento impostado y artificial
con que Zoé describe “su” barrio parisino... —“Vivo en El Marais, bohemio barrio parisino”, nos aclara al
comenzar— de la misma forma que lo haría cualquier escritor provinciano y colonial que se siente en “el
cielo” por llegar a la metrópoli... Pobre muchacha del TercerMundo, hay que sentir un apabullante complejo
de inferioridad para escribir de esa manera.
Y sí, es contradictorio lo de la imagen del Che. Es cierto que
el mercado quiere no sólo ganar dinero con su rostro sino
también frivolizarlo, neutralizarlo, domesticarlo, fagocitarlo
y convertirlo en objeto de consumo pasivo. Es innegable. Pero
también es cierto —una mente corta y repleta de resentimiento
como la de Junior no alcanza a comprenderlo— que
millones de jóvenes en todo elmundo se encuentran a la búsqueda
de ideales y de símbolos que representen una nueva
forma de vida. Un alternativa distinta y hasta opuesta a la rutina
cotidiana, mediocre y sin proyectos, que el capitalismo
neoliberal ha logrado —por ahora— instalar en casi todo el
globo.
En esa búsqueda de “otromundo posible” no es casual que
millones de jóvenes se encuentren con el Che Guevara. No es
aleatorio que, en forma entusiasta, lo adopten como propio.
Quizás sin conocer sus reflexiones sobre El Capital de Karl
Marx o sus lecturas de Hegel y de losManuscritos económico
filosóficos de 1844 (En eso no cometen, en todo caso, ningún
“pecado” ya que evidentemente Junior, a pesar de su fama,
tampoco ha estudiado estos textos). Pero esosmillones de jóvenes,
aun careciendo de toda la información necesaria sobre
la vida real del Che, sobre su internacionalismo militante en
varios continentes, sobre su marxismo revolucionario en varios
procesos sociales, se encuentran con el ejemplo de vida
del Che y lo asumen como un camino posible a seguir.
Partimos entonces de la misma constatación de Junior. El
Che se difunde a través de su imagen. Y a partir de allí preguntamos:
¿por qué los y las jóvenes de todo el orbe no utilizan
una remera-camiseta con la cara de Bush o de sus
miserables torturadores en Irak y Guantánamo? ¿Por qué los
y las jóvenes de todo el mundo no utilizan remeras y camisetas
con la imagen de Ratzinger o de los que dirigen el FMI y el
BancoMundial? ¿Por qué será? Esas preguntas no se las hace
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Junior, quien se limita a constatar una verdad evidente y a
quejarse sobre ella.
Creemos que el Che se ha convertido en un modelo atractivo
y seductor para la juventud que está harta del neoliberalismo
pues porque expresa precisamente algo que ni Junior,
ni Milton Friedman, ni von Hayek, ni Karl Popper ni George
W. Bush ni ninguno de estos personajesmediocres ha logrado
representar: OTRA FORMA DE VIVIR. Aunque es obvio que
el mercado hace dinero con su rostro, también es cierto que
esosmillones de jóvenes no apelan a remeras y camisetas con
un signo del dólar o una imagen del euro. Eso le duele a
Junior, pero más le duele a sus patrones, a los que pagan sus
ensayitos y artículos.
El Che y “los jóvenes argentinos”
No sé donde vive Junior (dicen por allí que, aunque nacido
en Perú, fue educado en Londres). Tampocome interesa. Pero
evidentemente no vive en Argentina, el país donde nació el
Che. Por eso en su libelo hace una fácil y superficial referencia
cuando dice que “los jóvenes argentinos que han creado una
expresión que rima perfectamente en castellano: “Tengo una
remera del Che y no sé por qué".
No sé de qué galera mágica extrajo Junior semejante conejo.
Pero sí sé que en la rebelión popular argentina del 19 y
20 de diciembre de 2001, donde miles y miles de jóvenes rebeldes
salieron a la calle y le pusieron el pecho a las balas de
la policía asesina (que liquidó en un par de días más de 30
personas),muchos de ellos y ellas se aferraban a la imagen de
Guevara. En medio de las manifestaciones, de las barricadas,
de las piedras, del fuego y de toda la bronca popular, flameaban
muchas banderas con la imagen del Che.
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Junior enumera muchos ejemplos puntuales donde Guevara
asoma su cabeza en el mundo contemporáneo (algunos
interesantes, otros completamente intrascendentes y hasta
quizás inexistentes como aquel donde dice que un supuesto
“oficial de la policía mexicana que combate el narcotráfico”
utiliza una muñequera del Che). Pero aunque hace de pasada
referencia a “los jóvenes argentinos”, nomenciona la rebelión
popular del 2001. Si no fuera tan soberbio y petulante, Junior
podría preguntarse: ¿por qué enmedio de semejante rebelión
aparecía el Che Guevara en su país natal del lado de las barricadas?
¿Era ese Guevara un producto comercial y un objeto
mercantil—como se desprende del panfleto de Junior—o por
el contrario sintetizaba un abanico muy grande de rebeldías
que intentaron vanamente ser aplastadas con balas de plomo,
varios asesinatos, gases lacrimógenos y carros de asalto?
En lugar de disparar frases efectistas carentes de fundamentos
históricos, Junior podría al menos invertir tan sólo
una tarde viendo, para informarse, algún documental de esas
jornadas. Hay muchos y allí intervienen estos mismos “jóvenes
argentinos” a los que él hace equívoca referencia. ¡Una
tarde, Junior, una sola no es mucho pedir!
La Cuba previa a 1959
Si Junior patina en la desinformación cuando hace referencia
a “los jóvenes” de Argentina, la cuna inicial de Guevara,
nomenos sucede cuando habla de Cuba, la tierra donde el Che
dio lomejor de sus energías revolucionariasmaduras. Resulta
grosera, por no decir, escandalosa, la descripción que hace
Junior de la Cuba pre-revolucionaria, la del prostíbulo y la
mafia, la del analfabetismo y la monoproducción. Aquel país
donde sobraban casinos pero faltaban médicos y maestros.
Sin vergüenza ni decoro, la describe sencillamente como “uno
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de los cuatro países demayor éxito económico de Latinoamérica
desde antes de la dictadura de Batista”. Hasta los
gusanillos más encumbrados de Miami reconocen el cambio
cualitativo que significó en términos de educación y salud la
revolución cubana, de la misma manera que hasta la burguesía
más rancia y escuálida de Venezuela no desconoce los notables
cambios que el proceso bolivariano y sus misiones han
introducido en la vida de las barriadas humildes de Venezuela.
Pero Junior es más papista que el Papa para lograr eco en la
“prensa seria”, tiene que lucir como el gusano más radical de
los gusanos. Sino, no cobraría su cuota y nadie le abriría sus
páginas.
¿No podría haber invertido aunque sea una sola tarde, nada
más que una segunda tarde, leyendo los índices económicos y
sociales, en salud y educación, antes de 1959 y luego de esa
fecha de las instituciones internacionales tradicionalmente reconocidas?
¿Eramucho pedir apelar a las tablas y estadísticas
de la UNESCO, de la CEPAL, de la OMS? Sí, parece que era
mucho pedir. No hacía falta. ¿A quién le importa la verdad si
lo que está en juego —en palabras de Chomsky— es la manufactura
industrial del consenso?
¿Un Robespierre tropical?
Después de regalarnos una brillante teoría semiológica
sobre la imagen del Che, de afirmar falsedades sobre la juventud
argentina y de demostrar una ignorancia olímpica sobre
los datos socioeconómicas de América Latina, Junior nos proporciona
una aguda reflexión “filosófica” sobre una conocida
frase del Che acerca del odio.
Teniendo en mente los horrores de EEUU en Vietnam, el
NAPALMy los soldados estadounidenses que arrojaban gue-
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rrilleros del Viet Cong vivos desde los helicópteros —método
que luego utilizaron sus alumnos argentinos en el Río de la
Plata—; los métodos salvajes de Francia en Argelia (con centenares
demiles de torturados y mujeres violadas) y elmodus
operandi de los paracaidistas de Bélgica en el Congo, Ernesto
Guevara escribe esta frase: “...un pueblo sin odio no puede
triunfar sobre un enemigo brutal”. Intentando sintetizar sus
reflexiones Júnior caracteriza esta frase como una “idea homicida
de justicia”.
En este rubro Junior no inventa nada. Repite y recicla calumnias
viejas, con la única ventaja de ser portador de apellido
prestigioso y escribir en inglés, la lengua franca (como la
llamó Fredric Jameson) del dinero y los monopolios de la
(in)comunicación. Únicamente por eso su libelo tiene más
suerte y difusión que sus predecesores sudamericanos que publican
en español.
Mucho antes que Junior se lanzara a filosofar sobre el Che
Guevara y el odio, en Argentina otros dos eximios pensadores
habían aportado elucubraciones de idéntico tenor.
Primero fue José Pablo Feinmann, filósofo mediático supuestamente
“progresista”, quien en el artículo “El Che y las
Torres Gemelas” (Página 12, Buenos Aires, 8 de octubre de
2002) le llegó a atribuir a Guevara un “fundamentalismo terrorista”,
comparándolo sin ningún escrúpulo ni reparo, con
Osama Bin Laden6.
Antes de ese artículo que adelanta casi textualmente los argumentos
de Junior, elmismo Feinmann había caracterizado
al Che como un “implacable jacobino”, “un extremista”, “un
190
6Véasemi respuesta a Feinmann, que el periódico argentino Pagina 12 se negó a publicar, titulada “El humanismo
del Che Guevara” –24/10/2002- en la Cátedra Che Guevara de REBELIÓN: http://www.rebelion.
org/argentina/kohan241002.htm.
Superman con kryptonita en los pulmones”, “un Jesucristo
superstar” y hasta “un Principito de la izquierda”, en su lamentable
libro de ensayo titulado La sangre derramada7 . En
aquel libro, Feinmann remataba su visión “progresista” del
Che —que también se expresó en una promocionada obra de
teatro—preguntándose, sin rubor en el rostro: “¿Quién puede
no pensar que Ernesto Guevara es uno de los grandes responsables
[sic] de las masacres de nuestro continente?”.
Al igual que Feinmann, Mario Pacho O’Donnell, otro pensador
descollante de estas latitudes (exministro de cultura del
presidente neoliberal Carlos SaúlMenem) también se le adelantó
con los argumentos al promocionado Junior. En una
biografíamercantil, tramposamente titulada Che, la vida por
un mundo mejor (Buenos Aires, editorial Sudamericana,
2003) que vendió en supermercados y otros locales de alta
cultura decenas de miles de ejemplares, O’Donnell se queja
de la influencia de Guevara sobre la izquierdamarxista continental,
a la que habría conducido “hacia la violencia
terrorista”. Allí, apelando a una caricatura del psicoanálisis
O’Donnell intenta profundizar en el armado de un Che Guevara
salvaje, frío ejecutor, déspota, hombre de acero, fusilador
sanguinario y cruzado del medioevo. En suma… un ángel exterminador.
A su vez, Feinmann y O’Donnell se apoyan en el
ex funcionario estatal mexicano Jorge Castañeda.
Es decir que Junior se hace eco de toda una cadena previa,
donde cada nuevo ensayista o biógrafo que llega, sube la
apuesta a ver quien dibuja un Guevara más asesino y perverso.
Quienes le pagaron a Junior por su libelo deberían descontarle
un porcentaje porque muchos de sus “argumentos”
son prestados de otros autores. Como esta gente tiene el corazón
en los números y en los billetes no vendría nada mal que
hicieran ese cálculo para que el ensayista no les facture un
precio por encima de su valor real.
191
7Buenos Aires, editorial Ariel-Planeta, 1998.
Y entonces Junior vuelve a hacer malabarismos con las cifras
de los fusilamientos revolucionarios. A medida que pasa
el tiempo, los panfletistas a sueldo contra el Che van aumentando
las cifras de fusilados, ¿será esa la famosa inflación?
Cosa rara en un neoliberal que seguro debe predicar una moneda
fuerte y salarios bajos para controlarla. ¿O cada artículo
se paga más a medida que aumenta el número de supuestos
fusilados por la Revolución Cubana y el Che Guevara?
A la hora de contabilizar los “asesinatos” del Che Guevara,
Junior utiliza como fuente documental, para que nadie dude
de su “objetividad” e “imparcialidad” como ensayista, los informes
de la embajada estadounidense en Cuba y los del Departamento
de Estado norteamericano. Ni siquiera tiene el
tino y la mínima cordura de dejar de lado los testimonios de
la CIA. ¡No! Junior hasta apela al testimonio personal de Félix
Rodríguez, reconocido asesino profesional de la CIA—que en
varios documentales se ha vanagloriado de sus “hazañas” a
sueldo de EEUU como el asesinato del Che en Bolivia y sus
operaciones de “limpieza” de rebeldes en la selva de El Salvador.
A Junior no le falta nada.
Pero, con una mano en el corazón, nos preguntamos: ¿no
hay algún amigo cercano de este autor que al menos le aconseje
no ser tan bruto en sus escritos? ¿Tenía necesidad de
mencionar a la CIA—una institución absolutamente neutral y
objetiva, por cierto—como fuente documental? ¿No hay nadie
que se acerque al oído de nuestro ensayista y le susurre la necesidad
de ser un poquitomás sutil? Si no fuera patético y grotesco,
daría sencillamente risa.
No obstante,más allá de la grosera y torpemanipulación de
la que hace gala Junior, nos interrogamos: ¿No es justo fusilar
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a un tirano? ¿Estámal haber fusilado a BenitoMussolini, por
ejemplo? Al militante partisano que lo fusiló luego, la “gran
democracia italiana” lo consagró como diputado. ¿Estuvo
mal? ¿Estuvomal el ajusticiamiento de Somoza? ¿Cuántos horrores
se le hubieran evitado a esta humanidad si hubieran
sido efectivos los intentos frustrados de ajusticiar a AdolfoHitler?
¿No es justo fusilar a los torturadores, a los que violan
prisioneras y prisioneros indefensos? Repito: ¿No es justo?
¿La democracia argentina no gozaría de mejor salud, por
ejemplo, si en lugar de garantizar la impunidad de los militares
vernáculos—sobre los cuales Junior, defensor de “la libertad
individual”, no emite palabra alguna—se hubiera fusilado
al general Videla y al almiranteMassera, quienes nomataron
a 50, 100 o 179 personas, sino a 30.000? Independientemente
de esta fantochada impresentable y a sueldo que Junior nos
entrega en bandeja, esa pregunta nos ronda la cabeza desde
hace muchos años.
Junior, como muchos de los hipócritas que defienden las
invasiones norteamericanas de nuestros días y se hacen los
tontos frente a las evidentesmuestras de torturas sistemáticas
llevadas a cabo por los “defensores de la libertad” en Abu
Ghraib, se horroriza frente al fusilamiento que la Revolución
Cubana hizo en el momento del triunfo de algunos pocos torturadores,
violadores uniformados y represores institucionales,
pero no le molesta en lo más mínimo los miles de niños
palestinos o irakíes masacrados a diario e impunemente.
Tampoco dice una palabra de losmiles ymiles de desaparecidos
en Guatemala, Perú, Chile o Argentina. Para ellos, los escribas
de la derecha, losmuertos del pueblo siempre son datos
intrascendentes. No cuentan para su curioso y selectivo “humanismo
pacifista”. Los “derechos individuales” que Junior y
quienes le pagan dicen esgrimir se apoyan en un criterio demasiado
unilateral y sesgado.
193
¡¡HI-PO-CRE-SÍA pura!!, digámoslo con todas las letras.
HIPOCRESÍA. Exactamente la misma hipocresía de Woytila
(y de su ideólogo de cabecera, hoy nombrado Papa, Ratzinger)
cuando predicaban la paz para los guerrilleros salvadoreños y
otros rebeldes similares de este continentemientras almismo
tiempo bendecían al general Videla y a otros genocidas latinoamericanos.
El Che Guevara y la izquierda tradicional
Otra de las tantas tergiversaciones que Junior difunde impunemente
tiene que ver con las relaciones de los principales
dirigentes de la Revolución Cubana y el comunismo tradicional.
Junior afirma: “Durante la lucha armada en Cuba, [Guevara]
forjó una fuerte alianza con el Partido Socialista Popular
(el partido comunista de la isla) y con Carlos Rafael Rodríguez,
un elemento clave de la conversión al comunismo del
régimen de Castro. Esta tendencia al fanatismo convirtió al
Che en un eje vital de la “sovietización” de esa revolución que
tantas veces se había jactado de su carácter independiente”.
Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre este
tema. Pero lo que ningún historiador serio ni ningún ensayista
riguroso hoy discute es que el Partido Socialista Popular se
sumó a la lucha armada tan sólo tardíamente. Carlos Rafael
Rodríguez se entrevistó en la SierraMaestra, durante la lucha
armada, con Fidel Castro —el máximo líder de los rebeldes–
no con el Che Guevara. Y en todo caso, luego del triunfo, a la
hora de decidir el rumbo estratégico de la revolución entre el
Che y Carlos Rafael no hubo una alianza sino, por el contrario,
una conocida discusión polémica. Entre compañeros, es
cierto. Ambos eran partidarios del liderazgo de Fidel y ambos
optaban por el socialismo, pero al mismo tiempo polemizaban.
Obviamente Junior, orgulloso de su ignorancia y soberbio
en su desconocimiento, ni siquiera se ha tomado el trabajo
194
de estudiar esos debates encendidos y esas discusiones acaloradas.
Tan sólo con una tarde le hubiera bastado para husmear
en el índice de la polémica. ¡Una tarde, una tercera
tarde, Junior!. Pero bueno. ¿A quién le interesa profundizar si
de lo que se trata es de repartir infundios y tratar de ensuciar
todo lo posible y a cómo dé lugar?
Guevara y la economía política
Sócrates decía: “Sólo sé que no sé nada”, como preámbulo
para luego comenzar a aprender. En cambio, quien está
seguro en su falta de conocimientos, no sólo no aprende sino
que se desbarranca por la pendiente. Aprieta el acelerador
barranca abajo. Por eso Junior se engolosina a la hora de
denostar al Che y se despacha afirmando, apoyándose en
Ernesto Betancourt, que “ [Guevara] ignoraba los principios
económicos más elementales".
Si al menos hubiera invertido tan sólo una tarde, una
cuarta tarde, podría haber entrevistado —dinero no le debe
faltar para comprarse un grabador, ya que ha recogido el testimonio,
según nos relata, de agentes de la CIA— a algunos
integrantes de los seminarios de lectura de El Capital que
compartieron junto con el Che el estudio de la economía política.
Uno de ellos es Orlando Borrego, quien ha escrito sobre
el tema un libro entero8.
Guevara invirtió varios años de estudio de El Capital en un
seminario en el cual se reunía semanalmente. Pero, además de
polemizar con el célebre economista de La Sorbona Charles
Bettelheim, leyó y estudió a Paul Sweezy, a Paul Baran, a
Oscar Lange, a Ernest Mandel, a Eugenio Preobrazhensky, a
195
8Véase Orlando Borrego: El camino del fuego [Buenos Aires, Edit.Hombre Nuevo, 2002]. Véase también
la entrevista que le hice a Borrego, titulada “Che Guevara lector de El Capital”, en http://amauta.lahaine.
org e incorporada en El Capital: Historia y Método. Una introducción. La Habana, Ciencias Sociales,
2004.
Nicolás Bujarin, a Kalecki y Bobrowski, entre muchos otros
economistas. Seguramente esta tradición de pensamiento no
sea del gusto de un neoliberal como Junior, pero eso no equivale
a decir que el Che no sabía de economía política.
La Unión Soviética, el Che y la alegre ignorancia
Ya que Junior le atribuye alegremente al Che la responsabilidad
por la “sovietización” de Cuba —vaya uno a saber qué
entiende un neoliberal por “sovietización”—bien podría haber
invertido una tarde, tan sólo una quinta tarde, en leer aunque
sea por arriba los escritos del Che donde cuestiona explícita y
expresamente los métodos soviéticos de construcción del socialismo.
El Che hizo públicas sus cuestionamientos en algunos
discursos famosos, pero en sus notas críticas alManual de
economía política de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética,
Guevara se explayó largamente—no sólo en el terreno
económico, sino también en el político— sobre sus divergencias
con el “modelo” soviético. Intentó fundamentar las respuestas
desde un punto de vista analítico y teórico. Que
Junior no quiera tomarse el trabajo de investigar esos materiales
no lo exime ni lo legitima para atribuirle a una cuestión
pasional o coyuntural sus reconocidas distancias frente a la
URSS. Si Junior se hubiera tomado aunque sea una tarde
(¡sólo una quinta tarde!, querido Junior), desde cualquier
computadora podría haber husmeado por Internet y allí habría
encontrado, por ejemplo en el sitio de nuestra Cátedra
Che Guevara (http://amauta.lahaine.org) materiales en
los cuales Guevara somete a crítica implacable a la URSS y al
mundo cultural que la acompañó. No desde la derecha sino
desde la izquierda, no desde lamugre de las bolsas de valores
y las grandes firmas capitalistas, sino desde el punto de vista
de los pueblos rebeldes y de aquellos que entregan su vida luchando
por la revolución mundial. Si quisiera, podría haber
consultado las notas críticas del Che a las concepciones económicas
de la URSS y sus antiguos socios de los países del Este.
196
Vinculado precisamente con este cuestionamiento de Guevara
a la URSS, resulta incomprensible la sorpresa de Junior
frente al tremendo atractivo del que goza el Che en el mundo
contemporáneo, luego de lo que nuestro articulista denomina
el “colapso político e ideológico de todo lo que Guevara representaba”.
Por más superficial, ignorante o bruto que uno sea,
esa tesis que asimila al Che al mundo que colapsó con el derrumbe
delmuro de Berlín no se puede sostener en lomásmínimo.
Si se iba a dedicar a escribir un libelo contra Guevara, lo
mínimo que podría haber hecho Junior es informarse.
La derecha siempre es impiadosa y despiadada, ya lo sabemos.
Estamos acostumbrados. Pero al menos podría ser ilustrada,
¿no? Como mínimo podría informarse. ¿Siempre
tendremos que lidiar con ignorantes? (Todavía nos acordamos
de la ignorancia mayúscula de Francis Fukuyama y su
triste artículo sobre “El fin de la historia” en el cual se confundía
los libros de Hegel que citaba). ¿Para cuándo una derecha
lúcida e informada?
Cualquier lector de filas, mínimamente informado, sabe
que el Che no era apreciado en ese mundo que colapsó en
1989. A la hora de emitir juicios superficiales sin elmenor respaldo
documental o científico no hace falta “perder tiempo”
aportando pruebas o estudiando aquello que se va a criticar.
Junior sabe de antemano que su libelo será igualmente difundido
a troche y moche por ese inmenso aparato de desinformación
masivo y censura sistemática que hoy defiende al
capitalismo. ¿Para qué tomarse entonces el trabajo de invertir
una sola tarde de lectura?
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Junior y su poco creíble elogio de la disidencia
Tratando de presentar al Che como un totalitario, Junior
escribe: “Contrarrevolucionario es el término que se aplicaba
a cualquiera que se desviara del dogma. Era el sinónimo comunista
de hereje”. Interesante observación sobre la disidencia.
Al oponerse a quienes estaban en contra de la Revolución
Cubana (en contra, incluso con medios armados), el Che se
convierte automáticamente en un partidario del totalitarismo.
No permite la disidencia radical.
¿Qué opinaría Junior delmonopolio violento que los grandes
aparatos de propaganda de EEUU ejercen sobre la opinión
pública norteamericana? ¿Habrá invertido aunque sea
una tarde —una sexta tarde— en leer las denuncias de Noam
Chomsky? ¿Habrá en EEUU, país admirado por Junior y sus
amigos,muchomargen para la disidencia radical?Hoy en día
los poderosos del planeta no utilizan los términos “Contrarrevolucionario”
ni “hereje”. No, peor aún. Los denominan lisa y
llanamente “terrorista”. Cualquiera que disienta con el poder
mundial del capital se convierte en un “terrorista”. No hace
falta llevar un fusil en el hombro ni andar a los saltos por alguna
selva del mundo para ser considerado como tal. Un
maestro, un sindicalista e incluso un tímido sacerdote que
cuestione dentro de Estados Unidos el poder omnímodo de la
plutocracia empresarial que dirige los destinos de la primera
potencia del planeta se convierte, automáticamente, en un
sospechoso de “terrorismo”. Jamás los medios de comunicación
publicarán sus opiniones.
Se le impondrá, en el mejor de los casos, un silencio a la
fuerza y, por supuesto, se le vigilará hasta en los detalles más
íntimos de su vida cotidiana (por ejemplo qué libros retira de
la biblioteca, o qué correos electrónicos envía a sus amigos).
198
¿Invierte aunque sea media línea Junior en denunciar semejante
totalitarismo que haría sonrojar a McCarty y palidecer
las antiutopías más sombrías de Ray Bradbury, George
Orwell o Aldoux Huxley? La pregunta es, obviamente, retórica.
Se contesta por sí misma. Los patrones no pagan por escribir
sobre esos temas.
Además ningún medio “serio” —es decir, domesticado por
el poder y financiado por el gran empresariado—lo publicaría.
Si no estuviera cegado por el odio a los revolucionarios y el
amor a los billetes, Junior podría invertir aunque sea una sola
tarde —una séptima tarde— en husmear en la polémica pública
donde el Che participó en la “totalitaria” Cuba. En dicho
debate, el Che le publicó en sus propias revistas (por
ejemplo en Nuestra industria económica) a sus adversarios
ideológicos que lo criticaban con nombre y apellido, tanto a
los de origen cubano como a los extranjeros. Curioso déspota
este Guevara que publica a quienes lo critican y debate públicamente
y por escrito con quienes no piensan como él. ¡Una
tarde, Junior, una séptima tarde! Es todo lo que le pido.
¿Libertad = propiedad privada?
La que sí resulta hilarante es la identidad que plantea
Junior entre libre albedrío y propiedad privada. El Che habría
atacado ambas almismo tiempo, ya que son lomismo. Si promovió
la expropiación, vulneró la libertad. Un lugar común
de la ideología liberal. Pero hoy en día los liberales ilustrados,
los que han leído un poquito, los que “han perdido” un par de
tardes en las bibliotecas para poder hablar conmayor sutileza,
presentan esemismo argumento demaneramás fina. No es el
caso de Junior, que arremete contra el Che porque Guevara
no respetaba la propiedad privada. No vale la pena perder
tiempo en contestar este lugar común, que cualquier persona
analfabeta —de esas muchas que lamentablemente nos deja
el capitalismo—podría expresarmejor que nuestro articulista.
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Hablemos de campos de concentración
Junior trata de homologar a Cuba con la URSS stalinizada
y para ello trae a colación de manera injustificada el temible
nombre de Laurenti Beria. Sin embargo, se “olvida” que la Revolución
Cubana goza de un consenso que Stalin se ocupó de
hacer trizas en su época, no sólo con sus campos de concentración
sino también con su aniquilamiento de lamayor parte de
los revolucionarios que hicieron la revolución de 1917. Falsa
analogía, entonces. Forzada, caricaturesca. Basta leer los informes
desclasificados de la CIA sobre la Cuba de los 60
(aquella donde vivió el Che) para apreciar la distancia abismal
entre ambas sociedades.Muchas veces hasta los agentes “técnicos”
de la CIA se animan a reconocer en sus informes y
descripciones aquello que los políticos norteamericanos no
pueden reconocer en público: el enorme consenso popular de
Fidel, el Che y su revolución. Por supuesto que lo hacen destilando
veneno, pero aún así, tienen que reconocerlo.
Si Junior está tan interesado en reflexionar sobre los campos
de concentración como dejaría traslucir su libelo, bien podríamos
conversar sobre los campos de concentración que en
Argentina permitieron aplastar toda disidencia radical aniquilando
a 30.000 personas, incluyendo dentro de esa cifra a
miles de jóvenes seguidores y seguidoras de las ideas del Che.
Pero si usted me responde, estimado Junior, que “eso
quedó en el pasado” y “a lo pasado, pisado” –como suelen
decir los que legitiman al poder—, entonces podríamos intercambiar
opiniones sobre los campos de concentración y tortura
que HOY existen en territorio cubano. No en la Cuba de
Fidel y el Che, sino en la parte de Cuba ocupada ilegalmente
por sus amigos, querido Junior. Las fotos han recorrido el
mundo Ya nadie lo discute. Si usted invirtiera tan sólo una
tarde, una octava tarde, podría consultar los testimonios grá-
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ficos irrefutables de ese inmenso e ignominioso crimen contra
el género humano que se levanta en Guantánamo.
¿Conversamos Vargas Llosa Junior sobre estos temas? Lo
invito cuando quiera. Por la tarde o, ya que evidentemente las
tiene ocupadas, por la mañana. Como usted prefiera.
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